El ministro de Seguridad, Julián Pacheco, admitió que hay policías colaborando con bandas del crimen organizado, pero también hay otros operadores de justicia coludidos con delincuentes.
Sentado en su despacho en la nueva sede de la Secretaría de Seguridad en Tegucigalpa, Pacheco habló con LA PRENSA de lo que viene con Avalancha, la más impactante operación antimara que se ha ejecutado en el país, que tiene varios capturados, bienes incautados y millones de lempiras decomisados.
La Operación Avalancha abarca todo, no solo hay policías vinculados, hay otros operadores (de justicia) que están contaminados en redes criminales. Se puede estar en contacto con ellos y usted no sabe que tiene contacto con un criminal. Esta operación ha abarcado todo el conglomerado social. No hemos visto nada todavía, apenas hemos agarrado un hilo de la madeja. Aquí lo que se está demostrando es la fuerza del Estado, el poderío del Gobierno y la coordinación, pues unas instituciones han hecho una investigación y otras han ejecutado la operación.
Miremos esto como el papel del Estado para proteger a la ciudadanía, es un concepto de integración; el Estado con todas las instituciones es el que procede a poner orden. Nos llevó tres años investigar a esta estructura y seguimos. Estas son redes y no hay cosa más complicada que trabajar con redes. No tenemos idea de cuántas personas hay involucradas, cada día hay una sorpresa conforme avanzan las investigaciones. Se está creando una disuasión, y eso es vital.
Hay varios, lo que pasa es que están en proceso de investigación; pero que hay, sí hay. Hay de escala básica, oficiales; se tienen identificados y estamos investigando para proceder legalmente contra ellos.
No es que son bandas, sino es que hay policías colaborando o son amigos de los delincuentes; pero que ellos dirijan, no. Eso es algo que no lo hemos comprobado, y si existiera se terminó. Lo que hay es gente que colabora con ellos. Hay gente con las que son amigos o porque viven en la misma colonia donde vive el policía, que es otro problema, que a veces el policía les colabora por miedo o porque es amigo de ellos.
Los cambios fueron en febrero, no hay más. Yo soy el que autoriza los cambios, pero ahora no hay. Los que se hicieron ya están, y la gente que está, a menos que sucedan cosas extraordinarias, terminarán hasta diciembre. Tenemos un plan de trabajo porque si no, no se avanza.
A veces es para beneficio del mismo policía, pues hay policías que tienen turnos de 24 y 36 horas, y es una exageración; después de 12 horas andan como zombis. La idea es hacer turnos cortos de ocho horas. Vamos a tener 30 policías, 10 van a estar permanentemente en la calle patrullando por ocho horas, regresan y salen otros 10, a fin de tener más movilidad, más actividad. El asunto es que el policía esté mas comprometido con su trabajo y descanse más. Si descansa más, rinde más en la calle, pero si no descansa ocho horas, quiere decir que las otras ocho horas que trabaje se va a dedicar a dormir. Hay un malentendido en esto, de repente el oficial que recibió la orden no pudo transmitirla, pero la idea es ayudar al policía. Debe haber disposición porque esta es una institución disciplinada, jerarquizada y las órdenes se deben cumplir.
Hay complejidad para darle seguridad a este tipo de personas. Doña Berta a veces quería establecer sus propias medidas de seguridad, y cómo le podíamos imponer un esquema de seguridad que ella no aceptaba. Si se lo imponíamos iba a decir que era que la andábamos vigilando, que no la queríamos dejar trabajar y que perdía su privacidad; es complicado. Entonces caímos en el error de decirle: nos llama cuando usted ocupe seguridad, y ella decidió dos cosas: que le cuidaran su casa donde vivía con su familia y que la acompañara la Policía cuando ella viajara a eventos a diferentes partes del país, y la Policía la acompañó siempre. Lamentablemente, ese día la Policía llegó a cumplir su rol de asegurar su casa, pero no supo que salió y se fue a otra residencia, y pasó lo que sabemos. En el caso de doña Berta, afortunadamente hay una oficina de Derechos Humanos encargada de estas medidas que ordena el Gobierno y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que mantuvo una comunicación casi diaria con ella, y todo está registrado. Eso nos protege porque gran parte del trabajo lo hicimos, estuvimos pendiente de ella, nos reunimos, escuchamos sus quejas, sus sugerencias, las peticiones que nos hacía. En esta oficina la atendería en noviembre, teníamos una reunión pendiente para marzo, pero pasó lo que pasó. Cuando doña Berta cambió el esquema de seguridad nos firmó un acta donde expresaba que no quería una seguridad permanente, que quería una seguridad eventual. Todo está documentado, el Estado cumplió, pero la misma ley dice que eso se consensúa, no se puede imponer.
Aproximadamente, 90. Algunos solo piden patrullajes en residencia; otros, que estemos pendientes en caso de que pidan auxilio, y se les ayuda, se les manda personal. La seguridad pasa por un tema de privacidad; cuando se tiene seguridad se pierde la privacidad. Cuando no quieren la seguridad deben firmar un acta.