Familiares de Mario Zelaya, exdirector del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), le llevaron ayer un colchón unipersonal y ropa de vestir al Centro de Detención Preventiva del Primer Batallón de Infantería.
Los vehículos de todas las personas que visitan a los reclusos en el batallón fueron inspeccionados por los soldados del primer retén.
En un segundo retén, a las visitas se les pide su tarjeta de identidad para verificar que están autorizadas por el juez y notificarle al preso que tiene esa visita y si desea recibirla.
Una vez que el detenido la aprueba, a las personas se les pide su celular y pueden proseguir su camino sin ningún aparato tecnológico.
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Mario Zelaya recibió a varios de sus familiares desde las 8:00 am; le llevaron ropa para que pudiera cambiarse y vestirse formalmente y asista a las audiencias que tiene pendientes en los Juzgados de lo Penal y en la Corte Suprema de Justicia. Asimismo le llevaron artículos para el aseo personal y ropa de cama, entre otras cosas.
A las 12:30 del mediodía, un vehículo gris, doble cabina, llevaba en la paila un colchón de tamaño unipersonal, en el cual descansará el exfuncionario acusado de abuso de autoridad, incumplimiento de los deberes de los funcionarios, malversación de caudales públicos, fraude y complicidad en malversación de caudales públicos, entre otros delitos.
Una persona que visitó a un familiar en las celdas del batallón reveló que Mario Zelaya se encontraba con varios miembros de su familia y amigos a los que él autorizó para que lo visitaran.
A pocos pasos, los exfuncionarios de Trabajo y Salud, Carlos Montes y Javier Pastor, y Ramón Bertetty también compartían unos momentos con sus parientes. Según la fuente, en el momento en que estuvo en el lugar con su pariente no observó ningún gesto de amistad entre los cuatro sospechosos del descalabro financiero del Seguro Social.
“Él no salió de su celda; estaban todos apretaditos en la celda”, agregó.
Se conoció que Mario Zelaya estará al lado del presunto cabecilla de una banda de extorsionadores, que el fin de semana fue trasladado desde Choluteca.
Se desconoce quiénes visitaron al exfuncionario, ya que los soldados apostados en los retenes tienen prohibido revelar los nombres de las visitas y la otra información es manejada de manera hermética.
Mario Zelaya no recibió ayer la visita de su apoderado legal Marcelino Vargas, quien afirmó que se encontraba trabajando en la defensa de su cliente.
Antes de ingresar a las celdas, a las visitas se les revisa que no lleven armas de fuego; además se verifica qué llevan dentro de bolsos para evitar que les dejen no tiene nada que ver a los preso. Deben caminar varios metros desde el lugar donde dejan los vehículos estacionados.
A las 12:30 del mediodía, varios soldados llevaron la comida empaquetada a los reclusos, la misma que comen oficiales y la tropa.
Salen del batallón
A las 3:30 pm, las visitas comenzaron a abandonar las instalaciones militares, pues las autoridades les permiten que la visita termine a las 4:00 pm, ni un minuto más, según se dijo.
Al terminar, las personas pasan a uno de los retenes, donde les devuelven los teléfonos celulares, los cuales les fueron retenidos durante todo el tiempo que estuvieron con su pariente o amigo.
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La medida, según las autoridades, es para evitar que los reclusos tengan contacto con personas ajenas a las que los visitan.
El proceso de visita es supervisado por personal del Instituto Penitenciario y representantes de los organismos de derechos humanos, según se dijo en la base militar.
Las autoridades penitenciarias dijeron que los presos en el batallón estarán hasta el momento en que el Poder Judicial les dicte una sentencia condenatoria o absolutoria.
Afirmaron que el próximo día de visita será el sábado y el domingo, cuando se realizará el mismo y riguroso proceso de ingreso de las visitas para evitar cualquier altercado o que los reos puedan tener acceso a aparatos tecnológicos.
Según las autoridades penitenciarias, otra de las prohibiciones que tienen los presos son las visitas conyugales, las cuales también son autorizadas por el juez competente; de lo contrario, ninguno de los presos puede pasar una noche con su pareja.