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'Desde que era un espermatozoide soy liberal de cepa'

  • 14 febrero 2016 /

A Enrique Ortéz Sequeira le apasiona luchar contra la injusticia y ayudar a servir a la patria

Tegucigalpa, Honduras.

Liberal recalcitrante de aquellos que sirvió de motorista a Modesto Rodas Alvarado y de Carlos Roberto Reina sin cobrar un cinco; de los que creció en concentraciones políticas ondeando la bandera rojo, blanco, rojo. Hoy Enrique Ortez Sequeira, conocido como Kikito, busca la manera de rescatar de las cenizas al Partido Liberal de sus amores, aunque se tarde más de lo esperado.

¿Adónde nació?
Soy un híbrido. Nací en la Ciudad Luz (París), pero criado en la ciudad del talento y del oro. Mi padre era funcionario de la Embajada de Honduras en París, Francia. Conoció a mi madre de origen nicaragüense, a la cual injustamente enamoró (risas) a los 16 años.

¿Cuál es la ciudad del talento y el oro?
Lepaguare, Olancho. Ahí crecí, de donde es Mel Zelaya. Es un lugar muy enriquecedor, aprendí muchas cosas que no hace el común de los niños.

¿A qué jugaba de niño?
Con los huesitos de las gallinas y trompo. Pero también aprendí a sembrar, arar, a enyugar los bueyes, a amansar caballos. Llegué a ser hasta cirujano capando toros, todo un agricultor y ganadero.

¿Aprendió a jinetear en Olancho?
Por supuesto, soy un buen jinete. En Olancho si uno no es buen jinete, obviamente, se desprestigia. Tiene que tener un buen caballo, un buen sombrero y una buena pistola.

¿Usted tenía las tres?
Las tres cosas (risas), además de que veníamos de un padre olanchano que nos dio algunas reglas especiales. Me decía que si quería vivir en paz en Olancho, debía hacer lo siguiente: no le toques un hilo de alambre a un olanchano, no le toques la mujer y no le toques la mujer. (Risas).

¿Tiene doble nacionalidad?
Fíjese que no, el patriotismo me pudo y me quedé con la nacionalidad hondureña.

¿Adónde estudió?
Mi tiempo era compartido, estudiaba en Tegucigalpa y me iba los fines de semana a Olancho. Era un viaje de ocho horas en aquellos tiempos, una carretera de tierra en la que tragaba mucho polvo.

¿Le gusta la comida olanchana?
Aunque se ha perdido un poco, me gustaba la rosquilla olanchana, el tapado, la chanfaina, la moronga y el ubre de vaca.

¿Por qué cree que se ha perdido esa comida?
Ahora ya no se encuentran. El otro día anduve en Olancho y me fijé que persiguen las vacas en moto (risas). Ahora reemplazaron la pistola por el celular. Antes hasta teníamos un consulado general de Olancho en la colonia Kennedy (risas).

¿Eran exclusivos los olanchanos entonces?
Ah, sí, lo llamábamos la República Libre de Olancho, un territorio especial en el país. Si no era olanchano, necesitaba visa (risas).

¿Le faltó algo de joven?
Que yo recuerde no pasamos dificultades, pero tuve un padre que a pesar de haber alcanzado grandes méritos, nos enseñó que las cosas cuestan.

¿Qué aprendió de su madre?
Era muy joven cuando mis padres se divorciaron y nos fuimos a vivir con ella a Managua, Nicaragua. Eran los tiempos de Anastasio Somoza, muy duro. Si me hubiera quedado por allá, sería comandante (risas).

¿Por qué volvió a Honduras?
Por el terremoto, mi padre nos fue a buscar. Fue una experiencia traumática, recuerdo cómo se deshizo la capital. Tenía como 12 años.

¿Cómo se lleva con su padre?
Muy bien, solo de política hablamos (risas).

¿Desde cuando es liberal?
Aquí recuerdo una frase que decía Rodas Alvarado: “Soy hijo de un liberal que mamó el liberalismo de los pechos de su madre”, yo soy un liberal desde que era un espermatozoide.

¿No le dieron ganas de irse a otro partido?
Siempre liberal. Mi sueño, ilusión, nuestra causa. Si mi abuelo estuviera vivo, se sentiría muy dolido de ver el actual partido.

¿Busca rescatarlo?
Es un compromiso que asumo para ver que resurja el Partido Liberal porque los que lo llevamos en la sangre, que hemos comido y mamado del liberalismo, también nos duele que los intereses personales están predominando.

¿Fue su abuelo quien le enseñó a ser liberal?
Sí, aprendí mucho de Enrique Ortez Pinel, un hombre sencillo y valiente.

¿Le gusta ser abogado?
Mucho, he vivido de esto por muchos años, aunque de funcionario perdí muchos clientes. La abogacía es una herencia de mi padre, espero que la calva no me la herede (risas).

¿Nunca quiso ser diputado?
No me ha gustado, creo que uno se desvalora en el Congreso Nacional. El concepto es que cualquiera puede llegar, pero decía Rodas Alvarado que ese es el corte transversal de la sociedad porque ahí hay de todo.

¿Disfruta ser político?
Me apasiona el poder luchar contra la injusticia, ayudar a servir a la patria. Lastimosamente en Honduras la política es el arte de descalificar.

¿Qué experiencia le dejó la candidatura por la alcaldía de Tegucigalpa?
Muy cara. No es posible que solo lleguen al poder los patrocinados por ciertos sectores. Muchos han llegado sin recursos, como Mel.

¿No tiene recursos Mel Zelaya?
Tenía sus cositas, pero no era como Pepe (Porfirio Lobo) que tenía todo el poder.

¿Como los Ortez en Olancho?
(Risas). No, nosotros lo único que tenemos allá es tierra y garrapatas.

¿Urge la reglamentación del financiamiento de las campañas?
Sin duda alguna porque no hay igualdad de condiciones.

¿Qué les sucede a los liberales?
Al partido de las milicias eternamente jóvenes, creo que la dirigencia no tuvo la visión ni el deseo de formar cuadros. Hay una generación perdida dentro del partido que será difícil rescatar.

¿Quién los dividió?
Hay una responsabilidad compartida, pero los que más le sacaron provecho fueron los nacionalistas.

¿Cómo ve a los actuales diputados?
Nos salieron gallos chorompos, como decimos en Olancho, voltearon la cola cuando vieron a los cachurecos, se matricularon con la estrella solitaria.

¿Cómo funciona el Tribunal Supremo Electoral?
Siete de cada 10 hondureños creen que hay fraude en Honduras, no importa lo que diga el Tribunal.

¿Qué significa para usted el Partido Libre?
Liberales rebeldes o liberales resentidos. Puede ser que vuelvan porque ya están teniendo dificultades en Libre. No les siguen la línea.

Sobre él:
Fue candidato a alcalde por Tegucigalpa, sin éxitos. Se destacó por varios años como magistrado del Tribunal Supremo Electoral.