Sus súplicas a las autoridades no conmovieron a los agentes migratorios. La ley es la ley en el país del norte y el mandato era deportarlo.
Así llegó Víctor Manuel a Honduras a finales de julio. Dejaba los esfuerzos de dos décadas, a su esposa y a sus cinco hijos nacidos en territorio norteamericano.
Al llegar, Víctor Manuel se dio cuenta de que ya nada tenía en Honduras y casi inmediatamente buscó camino en la ruta de los mojados para regresar. Salió sin pensar que en el trayecto, en lugar de encontrar el calor de su familia, hallaría la crueldad de los grupos organizados que controlan territorios completos en el paso a EUA.
Las esperanzas de Víctor Manuel terminaron en el rancho de San Fernando, en el estado de Tamaulipas. Su cuerpo putrefacto logró ser identificado por la cédula que se le encontró en sus ropas. Su familia en Houston, Texas, se enteró cuando las autoridades oficializaron su identificación.
El sábado llegaron, buscaron a las autoridades del Gobierno hondureño en la embajada y coordinaron la entrega del cadáver. Sus parientes aún no creen que esto sucedió.
Viaje sin retorno
Desde que puso un pie en Honduras sabía cuál era el siguiente paso. El amor a su familia era más fuerte y su único afán era regresar a casa. Ante el desconcierto de sus familiares, una llamada telefónica a su hermana Mercedes Escobar revivió las esperanzas de sus hijos y parientes: Víctor Manuel empezaba el camino de retorno. El hombre les avisó que tomaría un bus rumbo a Agua Caliente, frontera entre Honduras y Guatemala, para llegar luego a territorio mexicano.
Cuando estaba en Chiapas se comunicó de nuevo con la familia, diciendo que todo iba bien y coordinó con sus hijos para que lo esperaran cuando cruzara el río Bravo.
Pero la espera se hizo infinita y la familia nunca más supo de Víctor. La preocupación aumentó porque no había llamadas que indicaran que estaba bien. Tres días después surgió la noticia del hallazgo de los cuerpos en San Fernando y eso alertó a la familia. El presentimiento de que algo había ocurrido les quitaba la paz y cuando el nombre de su esposo y padre fue dado a conocer, las esperanzas se desvanecieron y no quedaba más que aceptar la tragedia.
Ayer, se contactaron por teléfono con la embajada, donde se les explicó el procedimiento para reclamar el cuerpo que llegará a Honduras este martes. La hermana de Víctor, Mercedes, en medio del llanto, dijo que nunca pensó que su hermano volvería a Honduras y menos que volviera para morir. “Estamos impactados, parece un sueño, un sueño que no queremos, pero es una realidad. Ahora sólo nos queda resignarnos y que Dios haga su justicia”, dijo la mujer.