La sala de emergencia pediátrica del Materno Infantil en Tegucigalpa recibe cada 20 minutos a un niño sospechoso de dengue.
Bastó sólo una noche en la sala para conocer la angustia que viven los pequeños junto a sus padres, los que temerosos esperan horas para que les atiendan y sus hijos no perezcan ante la enfermedad que ha arrebatado la vida de 25 personas en lo que va del año, según cifras extraoficiales.
A las 9.20 de la noche la desesperación de un grupo de madres se hace evidente ante el malestar de sus hijos. Las mamás, ante la desesperación, se atreven a tocar una y otra vez la puerta de la consulta de la emergencia, piden por una pronta atención, pero su llamado no es atendido.
De pronto una voz potente, en tono de mujer, que sale del interior de la sala, les pide a gritos paciencia y que eviten tocar la puerta.
Los padres de familia se quejan y murmuran, pero ante la falta de recursos económicos deberán esperar hasta que un médico preste atención a los síntomas que presentan los niños. “Aquí sólo la gracia de Dios con nosotros, los médicos se han vuelto insensibles”, manifestó Fredy Herrera, uno de los padres. Por la falta de sillas y el dolor en su cuerpo, Carlos Amílcar Guzmán, 8 años, se sostiene entre la pared.
El niño con fiebre, dolor abdominal y los vómitos constantes se ve pálido, y pese a que llegó hace dos horas aún no le llega el turno con el médico debido a que antes deben contar con los resultados del primer hemograma que se le practicará. Conforme a lo informado por otros padres de familia, los análisis son entregados cada dos o tres horas, por lo que Carlos deberá seguir en espera, pese a que su salud empeora al grado que su madre rompe en llanto.
“Es por impotencia, pues mi hijo se queja y no puedo llevarlo a otro sitio porque no tengo dinero”, dijo Emérita Guzmán. Al caer la noche, en el centro asistencial la situación se complica aún más.
Son 70 niños los que han sido hospitalizados por dengue hemorrágico, en total son tres salas las habilitadas, una funciona en el interior de la emergencia y dos en el área externa. Además de los cupos habilitados en el área de pacientes críticos y la Unidad de Cuidados Intensivos, UCI, por semana, a partir de los informes del centro asistencial, se reciben más de mil casos sospechosos de dengue hemorrágico. A nivel nacional los casos de dengue hemorrágico son 594 y los de clásico 17,620, según las estadísticas de Salud.
Dolor y angustia
Unos minutos antes de las nueve de la noche llegó Carlos Alexander López, de ocho años, a la emergencia del Materno Infantil; la fiebre arriba de 39 grados, los vómitos incesantes y el fuerte dolor de cabeza lo hacen estremecer.
El niño apenas puede permanecer en pie, su madre lo lleva casi a rastras. Las sillas de la sala hace varias horas que permanecen ocupadas, por lo que a Carlos le toca esperar sentado en el frío piso.
“Mamí, llevame a la casa, quiero recostarme, no soporto el dolor de cabeza”, manifestó el pequeño.
La petición del niño hace que su madre Nitza Waldina Aguilar se ponga de rodillas para consolarlo, a la vez que seca las lágrimas de su rostro. Para ese momento Carlos no imaginaba que esperaría por más de ocho horas para ser ingresado a la sala de dengue. Cerca de la una de la mañana, Waldina, la madre de Alexander, se encamina al laboratorio para consultar si ya están listos los resultados del hemograma, la respuesta es satisfactoria, por lo que regresa animada.
La espera continúa, pues la puerta de la clínica de la emergencia permanece cerrada. Una hora más y se llegan las dos de la mañana, Carlos sigue sentado en el piso, pero esta vez más cerca de la puerta que da acceso a la sala adonde se atiende a los pacientes críticos.
Los síntomas de la enfermedad no cesan y el niño, originario de la comunidad de Yaguacire, ubicada en la salida al sur de la capital, se muestra desmejorado.
El ingreso del pequeño a una de las salas de dengue llegó cerca de las tres de la mañana, luego de que se lograra un cupo en el área de hospitalización. Y así las historias se repiten todos los días ante el mortal dengue.