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'A mi madre y a mi hermana yo les di quimioterapia”

  • 09 octubre 2016 /

Es la fundadora y actual directora del Centro de Cáncer Emma Romero de Callejas.

San Pedro Sula, Honduras

En su hogar nunca faltó la solidaridad y la esperanza pese a que sus padres y una hermana murieron de cáncer. Flora Duarte es doctora y nació en Tegucigalpa el 8 de mayo de 1939. A sus 77 años es la directora del Centro de Cáncer Emma Romero de Callejas, institución que fundó con el apoyo de sus amigos y familiares. A lo largo de su carrera profesional comprendió que el cáncer sería su mayor reto.

¿Cómo fue su infancia?

Fue buena, con mucho consentimiento de parte de mis padres. Nos enseñaron valores, nos enseñaron a amar al prójimo, en mi casa siempre había alguien por ahí que pasaba comiendo aunque no lo conociéramos, mi mamá era bien dadivosa, siempre con ese lema que hay mayor felicidad en dar que en recibir.

¿Adónde realizó sus estudios?

Preescolar en la Federico Froebel, después pasé a la José Trinidad Reyes que era una escuela pública, posteriormente en la Normal de Señoritas y me hice profesora, después al Instituto Central a hacer bachillerato y estudié Medicina en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y luego me fui a estudiar a los Estados Unidos.

¿Medicina fue la carrera que siempre quiso estudiar?

Mi hermana mayor era doctora y desde los dos años yo estoy encaminada a Medicina, cuando estaba chiquita ella ya era médica, entonces me gustaba verla con la gabacha, cuando me ponía la gabacha del kinder creía que iba al hospital con ella. Cuando fui a la Escuela Normal de Señoritas decía que iba a ser doctora y había un profesor que me decía, no usted nunca va a llegar a serlo.

¿Por qué se especializó en oncología?

Después de que me gradué de aquí pasé a estudiar Medicina Interna en Estados Unidos, estaba en el último año de Medicina Interna cuando mi papá se enfermó y murió de cáncer de próstata.

Yo sentí que él habría vivido más si se le hubiera dado un tratamiento más adecuado, cuando falleció me decidí por oncología.

¿Y su madre?

Mi mamá murió en 1993, ya era oncóloga, tenía a mi hermana mayor que murió de cáncer de estómago y mi mamá también, a los 88 años, yo las traté y les di quimioterapia.

¿Usted fue la primera mujer oncóloga en Honduras?

Sí, la primera internista, la primera mujer con Medicina Interna en el Colegio Médico; soy como la número 8 en el registro de mujeres en el Colegio Médico.

¿Desde el hogar le han inculcado el espíritu de solidaridad?

Sí, por mis padres. Desde el punto de vista de mi papá que era Masón, es de igualdad, equidad, entonces eso de la justicia social siento que lo traigo desde antes. A los 15 años con un grupo de amigas tuvimos un director espiritual que es el padre Vicente Pastor, con él hacíamos brigadas, íbamos a los barrios a dar comida y ropa. En mi tercer año de Medicina, con la ayuda del padre Vicente abrí una clínica de pediatría donde regalábamos queso, mantequilla y medicinas.

¿Cuántos años tiene de participar en la lucha contra el cáncer?

Tengo 40 años. El año pasado cumplí 50 años de graduarme de médica y 40 de la especialidad.

¿De toda esa larga trayectoria ha tenido alguna experiencia difícil?

Miles de anécdotas, pero sobre todo que cuando vine, hablar de cáncer era como hablar de sida, era una palabra tabú. No tenía pacientes, mis únicos pacientes eran del hospital San Felipe; mis compañeros me decían que me tenían miedo los enfermos y como los salones eran grandes cuando me llamaban a interconsulta, aparecían llorando y me decían que a mí se me morían todos los pacientes. Me asociaban siempre con la muerte.

¿Qué la llevó a poner una clínica privada?

Cuando regresé a Honduras, en el San Felipe era diferente antes, cuando usted entraba a la sala de Oncología se sentía mal olor, porque eran los pacientes con cáncer avanzado, entonces dije: voy a crear una institución que sea digna para la gente porque son seres humanos los que se están tratando.

¿Cómo observa el sistema de salud?

No estoy de acuerdo en muchas cosas porque el cáncer debe ser una prioridad.

Los índices son alarmantes. Hay más muertes por cáncer que por dengue, malaria y virus, eso alrededor del mundo, no solo aquí en Honduras. Le supera el cáncer como en tres millones a estas enfermedades.

¿Considera que está en proceso de privatización la salud del pueblo hondureño?

Sí, aunque el plan de salud lo plantea como un proceso de reforma para la universalización del aseguramiento, donde los pobres van a acceder mediante un seguro público nacional y el Instituto Hondureño de Seguridad Social funcionará como aseguradora contratando servicios públicos y privados para sus afiliados. Eso no dio resultado en México, tampoco en Chile.

¿Es un negocio la medicina?

Ya dejó de ser aquella medicina pastoral. Hay pacientes que cuando mando para una transfusión o alguna cosa a otro lado, dicen no, ya te estás muriendo de cáncer, andate para tu casa, y tal vez puede ser un estadío cuatro que se puede salvar.

Aquí se siguen los lineamientos que da la Organización Mundial de la Salud para países pobres y en el país pobre no está incluida la mamografía.

¿Cree que el Gobierno está haciendo lo correcto en el sector salud?

No, porque en el plan nacional de salud 2014-2018 aún no considera claramente cómo asegurar la atención a los más pobres, así como las políticas de acceso a los medicamentos y la selección de los proveedores privados.

¿Cómo fue su período de docencia?

Estuve trabajando en la Universidad Nacional Autónoma, como 35 años. Les enseñé a los internos a respetar al paciente, a llamarlos por su nombre, a que cambiaran esa actitud, a respetar porque a veces están en una emergencia y están platicando, haciendo chiste y tal vez el paciente grave.

¿Qué le hace falta al médico para ser más humano?

Tener compasión del paciente, mirarlo a los ojos para que sienta confianza, cuando damos noticias malas tener empatía y darles soluciones y esperanzas.

¿Qué consejo daría a los futuros doctores?

La ética. El médico se ha comercializado y eso no es apropiado.