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El Lago de Yojoa se achica, pierde profundidad y población de peces

  • 22 abril 2016 /

Es afectado por el calentamiento global; ha habido una reducción en el régimen de lluvias en la zona.

Lago de Yojoa, Cortés

Los fines de semana y los días feriados, centenares de hondureños viajan hasta aquí para comer los afamados pescados fritos con tajadas de plátano y observar, desde los restaurantes, el espejo de agua que aún logra maravillar a los visitantes.

Todos los clientes creen que los pescados que llegan a sus mesas han sido extraídos del lago, situado a pocos metros; pero esto, por ahora, es parte de la historia.

El 90% de los pescados que los restaurantes sirven llega de la represa hidroeléctrica Francisco Morazán (El Cajón) y de estanques localizados en aldeas vecinas. Para desdicha de los clientes y los 66 dueños de los negocios legalizados, solamente un 10% procede del lago.

“Casi todos los pescados que vendemos vienen de los proyectos de cultivos del modelo comunitario de El Cajón, quizá un 10% es del lago”, lamentó Miguel Ángel Paz, presidente de la asociación de restaurantes del Lago de Yojoa,

Foto: La Prensa

Según Paz, un hombre que ha sido testigo de la vida del lago en los últimos 60 años, está seguro que la población de peces se ha reducido a niveles bastante bajos y los pocos que quedan “se refugian en las profundidades”.

La sobreexplotación de los recursos, por no haber un control de las autoridades del Gobierno, está acabando con los peces que, en su mayoría, es de la especie depredadora bass.

Habitantes del sector estiman que, al menos, 1,000 personas se dedican a pescar en el lago para consumo propio y comercialización.

Estos pescadores, algunos con permiso y otros sin autorización, utilizan instrumentos prohibidos para realizar esta pesca, como arpones y redes con las cuales extraen la hembras, que son las reproductoras. Renato Well, biólogo de la Asociación de Municipios del Lago de Yojoa y su Área de Influencia (Amuprolago), le da la razón a Paz y, a su juicio, el Gobierno debe tomar medidas para recuperar la población de peces. En el lago predomina el bass que, según hipótesis de biólogos, acabó con especies nativas, como el tepemechín. De ellas han quedado 29.

La Dirección General de Pesca y Acuicultura (Digepesca) no tiene presencia en el lago y se confirmó que la oficina que ocupó la inspectoría de esa entidad se encuentra abandonada desde el año pasado.

Foto: La Prensa

Los restaurantes legalizados desde hace dos años no lanzan los desechos al lago

Achicamiento

El lago, además de la contracción en la población de peces, experimenta cambios drásticos en sus dimensiones a causa de los efectos del calentamiento global, contaminación y actividades agrícolas en las reservas naturales que lo flanquean.

En la medida que transcurre el tiempo, se distancia el agua de las orillas y, de este modo, se achica el espejo. La profundidad, que es imperceptible desde afuera, también pierde terreno.

Las estaciones meteorológicas que la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (Enee) posee en la cuenca del lago han registrado un descenso en el régimen pluvial.

“Ha habido un cambio en el régimen de lluvias, antes, hace unos cinco años, teníamos 4,000 milímetros al año, ahora registramos 2,700 y 3,000 milímetros al año. Eso está recibiendo el lago”.

El lago depende hídricamente del Parque Nacional Santa Bárbara y Parque Nacional Azul Meámbar, que, aunque son vigiladas, están bajo la presión de la agricultura.

El lago, que tiene la parte más profunda en el norte, ha perdido entre 5 y 10 metros por la acumulación de sedimento.