Estados Unidos
Un estudio reciente sugiere que las personas que tienen antecedentes familiares de obesidad y que piensan que sus genes les han condenado a la misma suerte pueden 'darse por vencidos' y comer peor.
El estudio encontró que cuando se trata del peso, la sensación de impotencia contra el ADN se relaciona con un mayor índice de masa corporal, una medida que se basa en el peso y la estatura.
Una persona que tenga esta forma de pensar 'puede tener más conductas que busquen la gratificación a corto plazo, tales como el consumo de alimentos poco saludables y evitar el ejercicio', escribieron los doctores Jessica Alquist y Mike Parent, coautores del estudio. Las personas que creen que los genes determinan el peso corporal también pueden evitar 'comportamientos saludables que sean más beneficiosos a largo plazo para controlar el peso', señalaron los investigadores.
Sin embargo, si los médicos luchan contra la idea de que el peso de un paciente 'no se puede cambiar', podrían motivarlo a comer mejor y hacer más ejercicio, apuntaron los investigadores.
Un experto en nutrición y obesidad estuvo de acuerdo.
'Estamos predispuestos por nuestra composición genética, pero aún podemos controlar nuestro entorno, la actividad física (cualquier cosa es mejor que nada), y, como todo en la vida, un cambio en un área requerirá cambios en otras áreas', señaló Sharon Zarabi, nutricionista del Hospital Lenox Hill de la ciudad de Nueva York.
Sin embargo, Zarabi considera que las personas necesitan entender que los genes no determinan necesariamente nuestro destino en lo que respecta al peso corporal.
Además, las 'excusas' para comer en exceso son algo común, 'cuando asumimos la responsabilidad de hacer cambios, cualquiera que sea el sacrificio, estamos implicando una parte de nosotros en el proceso de planificación', subrayó. 'Esto es lo que en última instancia, aumentará nuestra motivación para lograr el éxito a largo plazo'.
Un estudio reciente sugiere que las personas que tienen antecedentes familiares de obesidad y que piensan que sus genes les han condenado a la misma suerte pueden 'darse por vencidos' y comer peor.
El estudio encontró que cuando se trata del peso, la sensación de impotencia contra el ADN se relaciona con un mayor índice de masa corporal, una medida que se basa en el peso y la estatura.
Una persona que tenga esta forma de pensar 'puede tener más conductas que busquen la gratificación a corto plazo, tales como el consumo de alimentos poco saludables y evitar el ejercicio', escribieron los doctores Jessica Alquist y Mike Parent, coautores del estudio. Las personas que creen que los genes determinan el peso corporal también pueden evitar 'comportamientos saludables que sean más beneficiosos a largo plazo para controlar el peso', señalaron los investigadores.
Sin embargo, si los médicos luchan contra la idea de que el peso de un paciente 'no se puede cambiar', podrían motivarlo a comer mejor y hacer más ejercicio, apuntaron los investigadores.
Un experto en nutrición y obesidad estuvo de acuerdo.
'Estamos predispuestos por nuestra composición genética, pero aún podemos controlar nuestro entorno, la actividad física (cualquier cosa es mejor que nada), y, como todo en la vida, un cambio en un área requerirá cambios en otras áreas', señaló Sharon Zarabi, nutricionista del Hospital Lenox Hill de la ciudad de Nueva York.
Sin embargo, Zarabi considera que las personas necesitan entender que los genes no determinan necesariamente nuestro destino en lo que respecta al peso corporal.
Además, las 'excusas' para comer en exceso son algo común, 'cuando asumimos la responsabilidad de hacer cambios, cualquiera que sea el sacrificio, estamos implicando una parte de nosotros en el proceso de planificación', subrayó. 'Esto es lo que en última instancia, aumentará nuestra motivación para lograr el éxito a largo plazo'.