El sida, un ejemplo perfecto de la desinformación científica

Existen teorías que dicen que los países ricos quieren erradicar a los pobres, o bien que los laboratorios buscan hacer dinero.

  • 12 may 2023

REDACCIÓN. Desde las operaciones de desinformación de la KGB hasta los falsos remedios promovidos en internet, y pasando por la censura del Vaticano, la historia del sida está marcada por teorías conspirativas, reavivadas por la epidemia de covid.

En un video difundido a mediados de abril, en plena campaña de Sidaction -importante evento público francés-, y visto miles de veces antes de ser suprimido en YouTube, un internauta afirma decir “la verdad” sobre el sida y asegura que se trata de “una falsa pandemia” inventada para vender “tratamientos falsos”.

La teorías revisionistas conocen “un recrudecimiento desde la epidemia de covid”, asegura a la AFP la directora de Sidaction, Florence Thune.

Aunque en los últimos 40 años los cuestionamientos sobre la existencia del virus VIH “siempre han estado ahí”, éstos fueron reactivados por “las redes sociales” y la pandemia.

La asociación francesa Sida Info Service comparte la misma constatación. “Tenemos llamadas de personas que se preguntan sobre los orígenes del virus o creen que las terapias están destinadas a hacer ganar dinero a los laboratorios”, explica la coordinadora médica Radia Djebbar.

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“Lo fascinante de las teorías conspirativas es que no evolucionan, solo se propagan”, comenta el profesor Seth Kalichman, especialista en psicología social de la universidad estadounidense de Connecticut.

“La desinformación está como congelada y no se adapta a los avances científicos”, añade.

Porque la desinformación sobre el sida es tan antigua como la propia enfermedad.

Ya en 1983, en plena guerra fría, el KGB organizó la operación “Infektion”, destinada a hacer creer que el sida fue desarrollado en un laboratorio secreto en Estados Unidos, un rumor difundido por todo el mundo durante casi diez años.

La gripe española o más recientemente la epidemia de H1N1 también se vieron acompañadas de desinformación, recuerda el sociólogo Arnaud Mercier.

“Siempre es el mismo escenario. Ante lo desconocido hay que encontrar certezas, y no se le da tiempo a la ciencia”, detalla.

Esto explica por qué estas teorías se parecen mucho a las que circularon durante el covid.

El sida, un ejemplo perfecto de la desinformación científica

“Con cada epidemia mortal surge la idea de que es conveniente para alguien, y cada uno ve en ella al enemigo. En el caso del sida, se dice que los países ricos quieren erradicar a los pobres, o bien que los laboratorios buscan hacer dinero”, detalla Mercier.

África, duramente afectada por el virus, también ha estado a la vanguardia de la desinformación sobre el tema, y al más alto nivel. Las autoridades aseguraban que el sida no estaba relacionado con el VIH sino con la pobreza.

El expresidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, retrasó durante años el acceso de sus conciudadanos al tratamiento antirretroviral.

Los desinformadores también promueven remedios falsos, que, según ellos, son mucho más eficaces que los medicamentos “asesinos” de “Big Pharma”, según su retórica bien elaborada.

La naturópata Irene Grosjean asegura que el sida se puede curar con semillas, verduras y frutas. Entre los promotores de “remedios milagrosos”, el mismo Luc Montagnier, codescubridor del VIH, afirmó que el jugo de papaya fermentado podía curar a los seropositivos.

En el caso del sida, la dimensión sexual de la transmisión del virus reforzó el estigma y la desinformación.

“No olvidemos que la enfermedad se llamó durante años el ‘cáncer gay’”, recuerda Mercier.

En un contexto de homofobia y represión de ciertas prácticas sexuales, las instancias católicas contribuyeron a difundir un mensaje peligroso, como el papa Benedicto XVI, quien afirmó en 2009 que la distribución de preservativos agravaba el problema del sida.

Hoy, 40 años después del descubrimiento del VIH, “el principal problema es el desconocimiento del virus, especialmente entre los jóvenes”, señala Djebbar.

“Algunos creen que se arriesgaron al besar a un colega, mientras que otros creen que son inmunes porque son heterosexuales”, lamenta.