Corazón roto: síndrome que puede llevar a la muerte

Cualquier persona que esté pasando opresión en el pecho, se desmaye o le falte el aire hay que llevarla al médico

Caso Uvalde, Texas

Redacción. Joe García murió de un ataque al corazón, dos días después de que su esposa Irma García, maestra de cuarto grado de la primaria Robb, en Uvalde, Texas, fuera asesinada en una nueva masacre escolar.

“Joe murió de un corazón roto”, expresó Debra Austin, prima de Irma, en GoFundMe, plataforma en la que familiares crearon una página para recolectar fondos para los cuatro hijos del matrimonio. “Perder al amor de su vida, de más de 25 años, fue demasiado como para soportarlo”.

Irma murió en una de las peores masacres escolares en la historia de Estados Unidos que dejó 21 víctimas, 19 de ellas niños y niñas. ¿Se puede morir de dolor? Aunque no se puede asegurar el motivo del ataque al corazón que sufrió Joe porque se desconocen sus antecedentes médicos, lo cierto es que sí existe el síndrome del corazón roto, también llamado síndrome de tako-tsubo o miocardiopatía por estrés.

Fue descrito por primera vez como tako-tsubo en los años 90 en Japón. La Fundación Española del Corazón explica que se le denominó de esa forma porque así se llama una vasija con un fondo muy grande y un cuello delgado, usada tradicionalmente para atrapar pulpos.

¿Cuándo ocurre el síndrome del corazón roto? El cardiólogo Luis Eduardo González señala que normalmente cuando una persona sufre un infarto al corazón es porque se rompe una placa de colesterol que obstruye las arterias coronarias. Pero con el síndrome del corazón roto es diferente porque no se tapan esas arterias.

“Hay un pequeño, muy pequeño, número de pacientes de los que no entendemos aún bien cómo está el concepto, sigue en estudio que tras un episodio de estrés intenso, sobre todo tras la muerte de un familiar, presentan dolor en el pecho, falta de aire”, apunta el especialista.

La Fundación Española del Corazón refiere que se está ante un probable caso del síndrome del corazón roto cuando hubo un antecedente de un fuerte y repentino evento estresante y no se tienen factores de riesgo cardiovascular, por ejemplo, que la persona tuviera hipertensión arterial, diabetes o tabaquismo.