La intervención comenzó en la Penitenciaría Nacional, de Támara, unos 20 kilómetros de Tegucigalpa, donde centenares de policías se tomaron un módulo de privados de libertad miembros de la “Mara-18” (pandilla), a los que movilizaron a un patio de la prisión esposados, con las manos hacia atrás, en pantalón corto, descalzos y sin camisa.