"Gracias por...": Estas fueron las últimas palabras del Papa Francisco
Personas cercanas al Papa Francisco relataron cómo vivió sus últimas horas.
- 23 de abril de 2025 a las 12:21 -

El papa Francisco sorprendió al mundo el pasado Domingo de Resurrección al subir al papamóvil y recorrer, por última vez, la plaza de San Pedro.

Nadie sabía en ese momento que ese breve paseo sería su despedida. Fue un gesto sencillo, pero profundamente simbólico, que dejó huella entre los miles de fieles que lo aclamaban con emoción.

Después de presidir la misa de Pascua y ofrecer la bendición “Urbi et Orbi” desde el balcón de la basílica vaticana, el pontífice pidió unos minutos más.

Quería volver a ver a su gente de cerca. Quería bendecir a los niños.

Quería despedirse, aunque quizá solo él lo intuía.

Recorrió la plaza durante quince minutos. Saludó, sonrió, alzó su mano con dificultad.

Luego regresó a la Casa Santa Marta, donde pasó la tarde descansando y cenó tranquilamente. Pero la madrugada del lunes, alrededor de las 5:30 a.m., comenzó a sentirse mal.

Saludó por última vez a su enfermero personal y entró en coma. Falleció a las 7:35 a.m., a los 88 años, en la intimidad de su residencia.

“Fue una muerte tranquila, rápida, sin sufrimiento”, relataron las personas que lo acompañaban. Una partida discreta, como había sido su manera de manejar los temas de salud durante su pontificado.

Este martes, el Vaticano publicó las primeras imágenes del pontífice fallecido: recostado en un féretro forrado en terciopelo rojo, vestido con túnica litúrgica y mitra blanca, con un rosario entrelazado en las manos.

Permanecía en la capilla privada de su residencia, acompañado por sus más cercanos colaboradores y cardenales que ya se encuentran en Roma para el funeral del sábado.

Pero hubo una frase, dicha en voz baja el domingo, que ahora cobra un profundo significado. Antes de salir al encuentro de la multitud, le preguntó a su enfermero si creía que podría hacerlo.

Tras el recorrido, emocionado y consciente de lo que acababa de vivir, Francisco le susurró:
“Gracias por traerme de vuelta a la plaza”.