“Podías entrar, pero no salir”: cómo era ingresar a La Campanera, la colonia tomada por la 18
Reinaban e infundían el terror, hasta que autoridades la intervinieron y ahora es un sitio sin crimen
- 18 de abril de 2025 a las 13:21 -

Hace menos de tres años, La Campanera, una colonia del municipio de Soyapango, El Salvador, era considerada uno de los sectores más peligrosos del mundo.

Bajo el control de la pandilla Barrio 18, sus pasillos eran territorio de violencia, amenazas y muerte. Hoy, el panorama ha cambiado de forma radical.

Durante décadas, las estructuras criminales impusieron su ley. Familias fueron desplazadas a la fuerza, niños utilizados como vigías y otros reclutados a la fuerza desde las escuelas.

Las balaceras eran parte del paisaje sonoro cotidiano, y la comunidad vivía bajo un régimen de miedo. La "iniciación" en la pandilla, conocida como “el brinco”, consistía en recibir una brutal golpiza de 18 segundos, seguida del asesinato de una persona inocente.

La situación comenzó a cambiar cuando el presidente Nayib Bukele activó el régimen de excepción en marzo de 2022. Desde entonces, más de 79,000 personas han sido detenidas por vínculos con pandillas y delitos relacionados.

La Campanera fue una de las primeras zonas intervenidas, y en poco más de mil días, la mitad del territorio ha sido reconstruido. Muchas viviendas han sido restituidas a sus dueños o a sus familiares.

Aún quedan vestigios del pasado: paredes marcadas por impactos de bala, grafitis con la sigla “B18” y dibujos de calaveras. Pero la comunidad, que cuenta con unos 10,000 habitantes, trabaja por su recuperación.

“Nos estigmatizaron como pandilleros, pero fuimos víctimas. Estamos saliendo adelante”, expresó una vecina hace unos meses a un medio internacional. "Podías entrar, pero no salir", añadió otro joven.

El ministro de Seguridad, Gustavo Villatoro, reconoció durante un recorrido por la zona que el 85% del territorio salvadoreño estuvo bajo control pandillero. “Aquí, en La Campanera, estos terroristas gobernaron por más de 20 años. Hoy estamos recuperando cada centímetro de este país”, afirmó.

El impacto del crimen organizado en esta comunidad trascendió fronteras. El asesinato del periodista franco-español Christian Poveda, el 2 de septiembre de 2009, dio visibilidad global a la violencia salvadoreña.

Poveda había filmado durante más de un año la vida de los mareros en el documental La vida loca. Su muerte, presuntamente provocada por una filtración del material a medios locales, fue atribuida a miembros de la misma pandilla a la que había seguido de cerca.

Once personas fueron condenadas por el crimen en 2011. Los autores materiales purgan hoy penas en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), una megacárcel inaugurada en 2023 por el gobierno de Bukele.

El presidente salvadoreño asumió el poder en 2019 con una tasa de homicidios de 105 por cada 100 mil habitantes —la más alta del mundo. Hoy, El Salvador cierra 2024 con una tasa de 1.8 homicidios por cada 100 mil habitantes, una de las más bajas a nivel global.

El plan de seguridad del gobierno, basado en mano dura y en la eliminación de garantías constitucionales bajo el régimen de excepción, ha sido respaldado por la mayoría de la población. Para quienes vivieron años bajo el yugo de las pandillas, la paz —aunque costosa— es ahora una realidad tangible.

Una de las plazas construidas por la alcaldía y el gobierno en el barrio recuperado de las pandillas La campanera .