Apenas con la venta de canastas que venden a 10, 30 y 45 lempiras, las mujeres intentan juntar dinero para un tiempo de comida de sus hijos. Fotos: Yoseph Amaya
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Una mujer adulta tolupán. Ella ha subsistido de lo que cultiva y de la venta de canastas tejidas con palma.
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La pobreza y el abandono al que están sometidos los tolupanes los margina de vivir dignamente. Ellos sobreviven con lo que el entorno les provee.
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Las mujeres tolupanes son sencillas y tímidas. La mayoría tiene dos o cuatro hijos y no pasan de los 30 años de edad.
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El periodista Saúl Vásquez se hace una selfie con las humildes mujeres tolupanes que sonríen con timidez.
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En la Montaña de la Flor nunca falta el maíz. En los hogares a veces solo hay para comer tortillas con sal o manteca.
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El agua potable ya llegó a varias tribus de la Montaña de la Flor.
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En la recóndita Montaña de la Flor adonde habitan unos 100,000 tolupanes puros y mezclados, las oportunidades faltan y las necesidades sobran.
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Apenas con la venta de canastas que venden a 10, 30 y 45 lempiras, las mujeres intentan juntar dinero para un tiempo de comida de sus hijos.
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La etnia que tiene más de 150 años de existir en tierras hondureñas lucha por no desaparecer y defender su idiosincrasia y cultura que con el tiempo ha perdido brillo. Los burros son un medio de transporte común en la Montaña de la Flor.