Con solo seis años, Osimhen perdió a su madre y, tres meses después, despidieron a su padre de su trabajo como policía. La obligación recayó en los seis hijos de esa familia. El basurero volvió a ser foco de su atención, pero el tesoro lo ofrecía Víctor, ya que vendía agua bajo el calor agobiante de las concurridas calles de Lagos, entre ellos a los propios trabajadores del vertedero.