21/06/2025
01:53 AM

Tierra catracha

Mientras el rocío acaricia las hojas verdes de los frondosos árboles y humedece los pétalos de las orquídeas y flores silvestres, los cantos de los pájaros endulzan el oído de los osados visitantes que desde tempranas horas de la mañana inician a recorrer el Parque Nacional Cerro Azul Meámbar.

Mientras el rocío acaricia las hojas verdes de los frondosos árboles y humedece los pétalos de las orquídeas y flores silvestres, los cantos de los pájaros endulzan el oído de los osados visitantes que desde tempranas horas de la mañana inician a recorrer el Parque Nacional Cerro Azul Meámbar.

La naturaleza gime en este edén catracho de 304.6 kilómetros cuadrados, refugio perfecto para 27 especies de serpientes que se deslizan por los enormes y exuberantes árboles, entre los cuales destacan plantas medicinales, ornamentales, frutales y maderables.

El paseo por los senderos es de cuatro horas y media, todo depende de la condición física de los caminantes.

Los que decidan correr el riesgo de esta aventura podrán observar dos impresionantes cascadas: Vencejos y Sinaí. El nombre de la primera se debe a las aves que aquí habitan y a la forma de golondrina que tiene la caída de agua. Los pájaros aprovechan las seis de la mañana para dejarse ver, pues a esta hora salen a buscar sus alimentos para luego regresar por la noche.

Teodoro Argueta, un hombre que cuenta con más de 15 años de experiencia en Azul Meámbar, nos cuenta que la cascada Vencejo ha perdido su fuerza porque sus vertientes suministran agua a seis comunidades cercanas al parque.

El recorrido hasta la catarata es de unos 15 minutos, tiempo durante el cual los visitantes deben atravesar un pequeño puente de hamaca.

El recoveco que conduce a la cascada Sinaí es uno de los más largos y, por lo general, el visitante tardará cuatro horas para transitarlo.

A medida que se introduzca a la espesa selva observará enormes árboles, experimentar tres tipos de climas y contemplar, desde los dos miradores o en los picos más altos de la montañas, la hermosa panorámica que incluye al lago de Yojoa.

El primer cambio de clima se experimenta en el bosque secundario, donde hay árboles de más de 250 años de vida, también florestas, arbustos parásitos y el curioso bejuco de liana, una planta medicinal que crece de arriba hacia abajo; muchos de sus ejemplares no tienen fin.

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Vista panorámica de la represa de Yure tomada desde uno de los miradores del parque.

Los amantes de la naturaleza pueden conocer el mimbre, esa planta que sirve de material para elaborar sillones y muebles que adornan numerosas viviendas.

A los 995 metros sobre el nivel del mar se experimenta el siguiente cambio de temperatura por el espeso bosque semi-enano de familia latifoliada, dentro de la cual se incluyen las benjaminas. Teodoro recuerda que bautizó esta zona con el nombre de “Brisa marina” debido al cambio radical.

Cruzando el bosque enano se percibe otro tipo de clima, ya que la altura es de 1,020 m/snm. Luego de atravesar el parque durante tres horas, los caminantes redoblan sus esfuerzos y llenan sus pulmones de oxígeno para llegar a su objetivo principal: la cascada Sinaí, la más grande del edén.

En los visitantes se refleja satisfacción al llegar a la cascada, mientras se relajan con la caída del agua que acaricia sus rostros.

Recomendaciones

Antes de subir a la montaña es necesario que tome en cuenta lo siguiente: use calzado de plataforma gruesa, pantalones de algodón o licra, repelente para los zancudos, camiseta cómoda, un dulce y un botellón de agua. No es aconsejable que quienes padecen de asma o tienen sobrepeso emprendan esta aventura.

Contactos

Las personas que deseen experimentar el contacto directo con la naturaleza y vivir una aventura recorriendo los rústicos senderos del Parque Nacional Azul Meámbar pueden llamar al 608-5510 o 865-9082.