Todas las personas tenemos la necesidad imperante de distraernos para no caer en el aburrimiento. Pero cualquier tarea que consideremos como distracción llega a un momento en que se convierte en tedio, rutina o molestia. Todo en exceso es incómodo, irritante y cansino. Lo mismo se presenta con el quehacer lingüístico. No es cautivante tener que estar escuchando las mismas frases, que por lo general son baladíes, para expresar determinados juicios, quizá con el propósito de embellecerlos. Es cierto que 'al filo de las tres', aunque es una percepción ambigua porque significa hora exacta o muy cerca, por ejemplo, hace referencia a ese tiempo preciso, pero basta con decir 'a las tres de la tarde' porque en una información periodística no parece relevante que el desarrollo de un evento sea o haya sido unos minutos antes o unos minutos después. En los medios de comunicación esta construcción de 'al filo de' es un estereotipo lingüístico que en nada abona al mensaje. Hace un tiempo en esta columna se analizó esa frase tan amargamente trillada en el lenguaje nuestro: Lo que es. Ésta es un sintagma estereotipado, es un espantoso y terrible comodín que día a día se extiende más de lo pensado; y no es privativo del hablante común, también lo dicen los profesionales colegiales y universitarios, quienes se supone que poseen un mejor manejo del idioma.
Los policías y los presentadores de noticias en radio y televisión con frecuencia practican esta muletilla; en los primeros es justificable debido a que en su mayoría guardan asaz pobreza educativa, no así en los últimos; éstos tienen la obligación de hablar más o menos bien porque, de todas maneras, actúan como enormes efectos multiplicadores de la cultura. Sólo en sentido enfático cabe decir: 'Lo que soy yo, jamás vuelvo a ese lugar'; pero en una forma normal, esta expresión resulta innecesaria y nada estética, lo práctico sería: 'Yo no vuelvo a ese lugar'. Por consiguiente, la construcción existe, pero no para tomarla como muletilla. Ésta es una frase estereotipada. En un programa radial que dirigen los profesores de un colegio magisterial se han escuchado en varias oportunidades expresiones como 'no podemos accesar a préstamos hipotecarios', 'los pobres no accesarán a la educación formal' con los significados de tener acceso, entrada, participación. Ésta también es otra figura estereotipada. Lo increíble es que ese hecho suceda en boca de muchos educadores, quienes presuntamente preparan a los jóvenes en lo elemental de la lengua. Accesar no existe ni como verbo ni como nada; la palabra es 'acceder' con las acepciones de consentir, ceder, tener entrada. En las computadoras, porque todo venía en inglés, fue donde se originó esa vulgaridad; pero en el presente en esos aparatos aparece 'acceder', que es lo indiscutible. Los reporteros deportivos están rimbombando y escacharrando el concepto de 'convertir' por meter, hacer, lograr. Ellos dicen: 'Palacios convirtió dos goles'. La pregunta: ¿qué eran antes de goles? o ¿en qué convirtió los goles? Sería inadmisible decir que 'yo convertí todas las bolas en la mesa de billar que jugué con Mario' con la misma idea de 'yo metí todas las bolas en la mesa del billar que jugué con Mario', Convertir es sustituir, cambiar o transformar algo o a alguien. En los ambientes 'parapsicológicos' se está hablando de una medicina supranatural llamada 'melatonina'. La melatonina es una neurohormona producida por el cerebro a partir de un aminoácido; pero como son muy pocas las personas que lo saben, entonces los 'radiohechiceros' ponen a sus incautos un mejunje con este nombre que nada tiene que ver con el concepto real de la palabra; pero en el oído del ignorante esta palabreja suena muy elegante y prometedora. Melatonina se convertirá en un vocablo rimbombante para muchos que desconocen su significado.