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Mariana Fagalde, directora escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, explica que la Prosopagnosia, “se asume como un trastorno de reconocimiento de las caras manifestado en la dificultad de reconocer gente conocida por su rostro, incluso se puede llegar a no reconocer el mismo rostro de uno en el espejo”.
Agrega que, “al entenderse como trastorno se asume que nos encontramos frente a una enajenación mental que genera un trastorno o inversión en el orden regular de algo o perturbar el sentido o la conducta de alguien”.
Es importante saber que una persona que sufre de este trastorno sabe que lo que está viendo es una cara, lo que ha perdido es la capacidad de identificarla. En estas situaciones, el paciente puede hacer un reconocimiento deductivo por la forma del pelo, la ropa, etc., pero no puede reconocer las caras.
Al contrario, existen personas que tienene esto mismo, pero al revés: reconocen caras con mucha facilidad e incluso, las de personas que han visto pocas o sólo una vez.
“Lo curioso de estos casos es que puede suceder que el paciente con prosopagnosia puede tener habilidades excepcionales para reconocer caras de personas desconocidas. De esto último la psicología ha deducido que reconocer rostros desconocidos y reconocer rostros que nos son familiares son dos actividades cognitivas diferentes”.
Fagalde concluye que es bueno entender que reconocer caras es algo muy difícil, pase a lo “normal” que pueda parecernos. “Esta cualidad no se trata de algo que hacemos usando áreas inespecíficas del cerebro. Nuestra capacidad para reconocer rostros se encuentra en un área concreta, un área congénita y que nos permite reconocer rostros pese a que hayan cambiado con los años, con el maquillaje, con anteojos, con barba, en distintas condiciones de iluminación, en distintos ángulos y en movimiento. Lo hacemos muy bien”.
Tomado de Terra