25/04/2024
02:29 AM

Japón relanza su economía con grandes metas e ideas modestas

A pesar del amplio escepticis­mo de los inversionistas extranje­ros, el programa que Abe anuncia­ría el martes podría crear nuevas eficiencias en la economía.

Tokio, Japón.

Menos amas de casa y más ejecutivas. Más acuerdos de libre comercio que sometan a los agricultores protegidos a la disciplina de la competencia ex­tranjera. Más trabajadores forá­neos. Más flexibilidad en el mer­cado laboral, con salarios ligados más al desempeño que a la canti­dad de años en la empresa o las horas de trabajo. Nuevas reglas que presionan a los ejecutivos a prestar mayor atención a los ac­cionistas, en lugar de tolerar re­tornos consistentemente bajos.

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, prepara un paquete de medidas económicas con el fin de reformar una amplia gama de arraigadas tradiciones económi­cas, prácticas que han definido la cultura empresarial del país, pero a las que muchos econo­mistas culpan por la prolongada postración de la economía.

A pesar del amplio escepticis­mo de los inversionistas extranje­ros, el programa que Abe anuncia­ría el martes podría crear nuevas eficiencias en la economía.

Parte del cambio ya se nota. Ante el nuevo énfasis en los de­rechos de los inversionistas, las empresas han incrementado las recompras de acciones y los pa­gos de dividendos, además de in­corporar a más directores exter­nos a sus juntas directivas.

Sin embargo, tendrán que pa­sar años antes de que la mayoría de las políticas contribuyan de manera significativa a la prospe­ridad de Japón. Y aunque los ob­jetivos son ambiciosos, muchas de las propuestas concretas son moderadas y apuntan más a mo­dificar ligeramente las barreras al crecimiento que a destrozar­las rápidamente.

La amplitud del plan de Abe lo vuelve más vulnerable. Al redac­tar un paquete de 230 propues­tas difíciles y diversas, en lugar de una agenda más focalizada, el gobierno corre el riesgo de diluir su influencia al extremo que ter­minar ganando muchas victorias pequeñas y ninguna grande.

“Es más bien un té aguado”, expresa Richard Katz, editor del Oriental Economist, en un infor­me sobre el paquete de medidas. “Lo que es peor es que muchas de las propuestas están planteadas como recomendaciones a ser de­talladas y aprobadas (u obstrui­das) por consejos de asesoría y ministerios variados”.

Se trata del segundo intento de Abe por disparar la llamada “tercera flecha” de su programa económico denominado “Abe­conomía”, después de que su segundo intento el año pasado recibiera burlas por doquier por ofrecer vagas propuestas cuan­do los inversionistas anticipaban cambios estructurales drásticos e inminentes. La brecha entre la sustancia y las expectativas ayu­dó a poner fin a una racha alcista en la bolsa de valores.

Las primeras dos flechas —una enorme inyección de es­tímulo monetario por parte del Banco de Japón y un gran au­mento del gasto en obras públi­cas— fueron disparadas poco después de que Abe asumiera el poder en diciembre de 2012, y dieron en el blanco.

Estaban diseñadas para es­timular el crecimiento de cor­to plazo, ayudar a eliminar la capacidad ociosa que se había acumulado durante el largo ba­jón deflacionario y lograr que la economía avance a lo que los economistas llaman su potencial pleno, es decir la máxima tasa de crecimiento sostenible durante un lapso prolongado.
La tercera flecha apunta a elevar esa tasa de crecimiento potencial.

Empleando otra metáfora, la Abeconomía hasta la fecha se ha enfocado principalmente en lle­nar el tanque de gasolina, cam­biar el aceite e inflar los neumá­ticos del mismo auto viejo para lograr que avance lo más rápido posible. El próximo conjunto de propuestas trata de modernizar el chasis con un motor más po­tente y otras herramientas, para contribuir a que se mueva inclu­so más rápido.

El Banco de Japón estima que el crecimiento potencial anual del Producto Interno Bruto del país ha disminuido de manera estable a menos de 0,5% en la actualidad desde 4% en los años 80. Ese es el precio de un estan­camiento prolongado, confor­me las cautelosas empresas de­jaron de renovar su maquinaria y trasladaron su producción al exterior, mientras la población disminuyó y envejeció.

Mientras que antes lideraba a las economías avanzadas del mundo, la tasa de crecimiento potencial de Japón ahora se ubica detrás de las que se utilizan para Estados Unidos, de alrededor de 2%, e incluso para la atribulada Europa, de alrededor de 1%.

Existen tres formas de au­mentar los caballos de fuerza de una economía: elevar la canti­dad de empleados, potenciar la cantidad del equipo de capital que usan los trabajadores o in­crementar la productividad. El programa de Abe busca hacer un poco de las tres.

Las empresas japonesas con­tratan relativamente pocas mu­jeres e inmigrantes. Abe cuenta con una serie de propuestas para aumentar la participación de am­bos grupos en la fuerza laboral. Japón tiene la mayor tasa de im­puesto corporativo después de EE.UU. entre los países de altos ingresos. Abe apunta a reducirlo de un nivel actual que supera el 35% a menos de 30% para incen­tivar el gasto de capital.

Para motivar a los ejecutivos a utilizar la mano de obra y el capital de manera más eficiente, Abe trata de fortalecer las reglas de gobierno corporativo que son menos estrictas que en muchos países ricos.

“Si puedes hacer incluso un solo hoyo, las cosas se empie­zan a desmoronar”, afirma el viceministro de Economía Ya­sutoshi Nishimura, usando una metáfora del golf para defen­der la estrategia gradual. “Por lo tanto es importante hacer ese primer hoyo”.