La Alemania de Joachim Löw alcanzó las semifinales del Mundial de fútbol de Sudáfrica 2010 con un estilo de juego ambicioso y un grupo unido de jugadores, la antítesis de sus pares de Francia e Italia, finalistas en 2006, que en esta ocasión cayeron eliminados en la primera ronda.
Encontrar a la Mannschaft en semifinales no es ninguna novedad porque ha estado en esta instancia de la competición con frecuencia. Pero, además, Joachim Löw ha logrado transmitir un estado de ánimo particular a su joven selección. De una manera voluntaria o no, exactamente lo opuesto a “azzurri” y “bleus”.
Unas horas después de la final de la Eurocopa-2008, perdida ante España por 1-0, Löw lanzó a sus adjuntos un eslogan que sigue aún vigente: “Consagrarse campeón del mundo con una visión defensiva (del juego) y marcando un solo gol decisivo, como lo hizo Italia en 2006, ya no es posible. Sólo podremos ser campeones del mundo si practicamos un fútbol ofensivo que plantee problemas a nuestros rivales”, repite sin cesar a sus pupilos, desde los partidos de las eliminatorias mundialistas y los amistosos de preparación.
A pesar de su juventud e inexperiencia, Löw apostó por jugadores como Mesut Özil, Thomas Müller, Sami Khedira y Holger Badstuber, futbolistas técnicamente bien dotados y rápidos. En cambio, dejó afuera a Torsten Frings, Christoph Metzelder, Thomas Hitzlsperger y Kevin Kuranyi, entre otros, a los que considera demasiado lentos o “veteranos”.
Para Joachim Löw, la disciplina táctica es algo capital: la ocupación del campo de juego, las distancias entre jugadores y las distintas combinaciones son trabajadas y repetidas en los entrenamientos, cuestión de generar verdaderos automatismos, mientras que además divide al pizarrón en 18 rectángulos en los cuales cada jugador tiene sus directivas propias de juego.
“Cada jugador debe mostrarse dispuesto y dirigirse hacia los espacios desde que toma contacto con el balón. Esto brinda ritmo y dinamismo a nuestro juego”, destacó tras la gran exhibición ante Argentina (4-0) en los cuartos de final del torneo.
A pesar de que nunca fue jugador internacional y cuenta con un modesto palmarés como entrenador de clubes, Löw, de 50 años de edad, inspira un respeto del que nunca se benefició Raymond Domenech, su homólogo francés durante este Mundial de Sudáfrica-2010.
“Jogi”, un fanático del yoga y de la psicología, ha conseguido de manera exitosa integrar a los campeones juveniles europeos de 2009 (Neuer, Özil, Khedira, Boateng) con el grupo que finalizó tercero en Alemania-2006 y segundo en la Eurocopa-2008.