Léele al bebé... que llevas dentro también

Leer a los bebés desde que están en el vientre materno, es necesario para que construyan un imaginario nutrido.

“Escucha a tu niño interno”, “sé curioso como un niño”, “haz contacto con tu infancia”, “sorpréndete, ¡juega!”. La lista de verbos y frases trilladas que se aconsejan para tomarse menos en serio, sacudirse el aburrimiento, recargarse de energía, encontrar respuestas. parece asociarse con frecuencia a los niños.

Pero nadie dice: “haz contacto con tu bebé interno”, “escucha al bebé que llevas dentro”, “recuerda el bebé que fuiste”... O casi nadie. Evelio Cabrejo, reconocido especialista en primera infancia, insiste en recordar ese momento.

Ponerse en el lugar del bebé que toda persona fue para reconectar con esa fuerza ayuda al individuo a comprender más de sí mismo, de sus capacidades, y, sobre todo, amplía su entendimiento de los bebés y sus necesidades.

“El bebé, apenas nace tiene que realizar un gran trabajo corporal, digestivo, de regulación térmica. También un gran trabajo mental”, afirma Cabrejo. Ser conscientes del crecimiento de un bebé es ser conscientes del crecimiento del propio bebé interno, continúa Cabrejo.

Para conseguir esta conciencia al tiempo que nutrimos el imaginario del bebé, el especialista recomienda la literatura.”La lectura en alta voz con los niños pequeños es preciosa porque, a veces, por circunstancias fortuitas de la vida nuestro bebé interno se ha dormido, pero cuando leemos libros a los bebés despertamos al bebé que llevamos dentro.

Le leemos a nuestro propio bebé.”Entonces, al leerle, le permitimos al bebé poner en movimiento su actividad de pensamiento, y al mismo tiempo, sin darnos cuenta, nosotros también estamos poniendo nuestro mundo infantil en movimiento. Lo ideal para todo ser humano es que haya una continuidad entre lo que fue de bebé y lo que es hoy”.

De lo contrario, dice Cabrejo, se vive una fragmentación que puede ser la explicación de muchos problemas emocionales en la vida del adulto.

Reconectarse con ese bebé interno es hacer contacto con la fragilidad propia, pero también con la enorme capacidad de la que tuvimos que valernos para entender el mundo e incorporarnos en él, dice el especialista.

Todo el esfuerzo del que es capaz todo ser humano. Desparpajo a flor de pielLa escritora y pedagoga argentina, María Emilia López, lo llama volver a un “estado de infancia”.

”Creo que el detenimiento, el apaciguamiento, esa cierta distensión del tiempo cuando compartimos situaciones de lectura con los chicos, nos ayudan a vincularnos”, opina.

Esos vínculos, agrega María Emilia en el texto Bibliotecas para bebés: literatura que se acuna, no sólo son propicios para los niños, la sensibilidad de los adultos también se nutre si logramos entrar en situación dialógica con ellos, si hay escucha, si hay creatividad en juego.

“Suelo llamar a eso ‘crear estado de infancia”, afirma. El “estado de infancia” es una posibilidad sensible y creativa, una disponibilidad lúdica, y tal vez, continúa, María Emilia, la paternidad y la maternidad exijan cierta recuperación del “estado de infancia”.

“Para volver a tener más a flor de piel esa disponibilidad, ese desparpajo, esa entrega al devenir del mundo imaginario necesarios para poder jugar”.

La palabra mágica. Nacer e ir creciendo implica un sufrimiento y un impacto grande para el bebé. Leer a los bebés desde que están en el vientre materno, es necesario para que construyan un imaginario nutrido.

”Leerle a los bebés es un tipo de contacto que, como decía Maurice Sendak, se puede comparar con los cachorros que necesitan ser lamidos por su madre. La lectura es ese lamido que acompaña y envuelve al bebé”.

Cabrejo explica que el lenguaje es la matriz simbólica de la construcción de la psique humana. A través del lenguaje el ser humano crea el mundo, lo nombra, y entra en él. La literatura nutre el proceso de adquisición de lenguaje y lo amplía.

”La literatura nos ayuda, es el pulmón de la psique para poder respirar frente a todo el sufrimiento y todo lo que el bebé no comprende. Hay que darle mucha literatura al bebé, mucha poesía, mucha música.

“Los libros nos permiten construir un espejo verbal para mirarnos en él y aceptarnos como somos”.De ahí que leer a un bebé sea también reconciliarse y consentir al primer ser humano que fuimos.