Por eso, el papel de los psicólogos se convierte en fundamental para ofrecer ayuda y dar herramientas para gestionar emocionalmente una crisis sin precedentes a nivel mundial, con el miedo y la incertidumbre como ingredientes principales.
Personal de salud y personas en cuarentena. Un colectivo en riesgo es el personal de salud, obligados a tomar decisiones difíciles como, por ejemplo, priorizar pacientes en medio de exigentes jornadas.
Una situación novedosa, con incertidumbre y sin tiempo para adaptarse, que genera ansiedad, explica el psicólogo clínico Vicente Prieto, quien da dos máximas: “ventilar” las emociones, hablando al respecto con interlocutores “válidos” -personas de confianza o profesionales- y “validarlas”, sabiendo que no se es un “mal profesional” por sentir ansiedad, angustia o miedo.
Este psicólogo aconseja “cambiar de registro” al salir del centro sanitario, con familia y ocio y también darse “pequeños paréntesis” en la jornada laboral, bajando el nivel de ansiedad respirando de forma abdominal, bajando la temperatura con agua fría o dando paseos.
Además, en una situación en la que se suma el miedo a contagiarse, pero también a contagiar, es necesario pedir ayuda si así se requiere, una asistencia que Prieto ve imprescindible en los sanitarios con menos experiencia.
La situación de confinamiento es también complicada para quienes están en cuarentena por haber dado positivo en coronavirus o tener síntomas, lo que les obliga a aislarse de sus familiares incluso en su propia casa.
A la soledad del aislamiento se une la preocupación por el propio estado de salud y en ese caso se recomienda mantener el contacto por vía telefónica o telemática, comunicar lo que les ocurre e intentar evitar pensamientos recurrentes.
El duelo de los familiares y los casos de ansiedad. Especialmente difícil es la imposibilidad de hacer velatorios a los fallecidos, prohibido en muchos países ya para evitar los contagios.
“El duelo cuando no se ve el cadáver, cuando no se puede uno despedir del familiar es mucho más doloroso”, señala Chacón.
Chacón recomienda hacer, cuando sea posible, una ceremonia y de despedida y mientras tanto dar apoyo a distancia a los familiares, transmitir recuerdos del difunto y despedirse colectivamente, aunque sea en la distancia.
Rutina, ejercicio y ocio para afrontar el confinamiento. La recomendación general a todos los que están en casa es establecer una rutina con espacio para el ocio y el ejercicio, informarse por canales oficiales y no sobreexponerse a las noticias sobre el coronavirus.
También mantener el contacto con familia y amigos, por teléfono o por internet, intentando, eso sí, no hacer de la epidemia un monotema.
La psicóloga sanitaria y forense Timanfaya Hernández señala a Efe que es necesario “controlar mucho y gestionar bien nuestros pensamientos”, ser “precavidos” al identificar pensamientos que se dan “de forma intrusiva y continuada” para contestarse “desde la racionalización” “¿qué tiene de cierto esto?”, “¿qué puedo hacer para mejorarlo?” y con mensajes de calma.
Aunque no se sepa cuánto durará el confinamiento “debemos saber que esto tiene un tiempo limitado”, agrega. Y si nada de esto funciona, es necesario pedir ayuda a la red de confianza y a los profesionales.
“Tenemos la suerte de contar con herramientas que en otros momentos no hubieran existido, aprovechémoslo, la inteligencia tiene que ver también con cómo nos adaptamos”, señala Hernández.
¿Y el día después? Dependerá en gran parte de la duración del estado de alarma y de las consecuencias que tenga, pues está en juego el empleo, una preocupación “coherente” que complica aún más estos días. “Después de un período relativamente corto, volver a la normalidad es fácil, es parecido a cuando vuelves de vacaciones”, explica Herrero, que cree que “habrá gente que cuando recuperemos la normalidad se encontrará bien rápidamente, probablemente en general”.
Superar el trauma, agrega Fernando Chacón, “va a depender de las competencias y del apoyo social”, por lo que hay que tener “especial cuidado” con las “personas aisladas y sin red social” y también con los sanitarios, pues después de “tirar por la tensión” pueden tener un “bajón” no solo “anímico, sino también físico”.
Para los niños. Especialmente para los pequeños de casa suele ser más difícil la nueva rutina, ya que ellos están acostumbrados a ir todos los días a la escuela y compartir con sus compañeros, y esto es lo que más extrañan.
Para los más pequeños también es necesario crear una nueva rutina. Es “fundamental en sus vidas”, explica la experta Silvia Fernández.
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Hablar del virus a los niños
Todos los psicólogos coinciden en la importancia de hablar con los niños de la situación. Es necesario adaptar el lenguaje y el mensaje a sus edades, ya que, explica Hernández, desde los 3 años y medio y los 4 años “empiezan a tener capacidad para entender las cosas y generar preguntas” y debe “haber un espacio para que puedan resolver las dudas que tienen” e incluso preguntarles.
Su día a día actual no se parece a nada que hayan vivido anteriormente, ya que cada jornada “parece un fin de semana, pero sin el ocio y la atención plena de unos padres que deben teletrabajar”, algo que aumenta el desconcierto, por lo que es necesario pautar tiempos, por ejemplo, para las tareas escolares, afirma Silvia Fernández, integrante del programa de ayuda psicopedagógica puesto en marcha mediante correo electrónico.