25/04/2024
12:04 AM

La muerte encontró 'fuera de base” a popular softbolista y conductor

San Pedro Sula, Honduras.

Lo de softbolista lo traía en la sangre. Su abuelo y su tío, que fue como su padre, se destacaron en ese deporte, cada uno en su tiempo. Cuando cayó abatido a tiros dentro de la unidad de transporte que conducía, Luis Alberto Rubí Macliberty tenía varios meses de no tocar un bate porque su equipo Osos se había desintegrado.

Aunque se había graduado como técnico electricista, no le gustaba trabajar en esa actividad, por ello se empleó desde hace doce años como motorista de un bus de la Empresa Impala, dijo su última mujer, Hellen Hernández.

A ella la conoció hace tres años como pasajera suya y se enamoraron. Le pidió su número de celular y así comenzó el romance que terminó en una unión, rota por la muerte el pasado lunes 28 de marzo.

Luis Alberto se crio en el barrio Campo Rojo, de Puerto Cortés, jugando con pelotas baratas que bateaba con un palo de escoba, comentó su tío Martín Macliberty, quien fue como su padre.

Se rescostó sobre el lado del motor y puso sus pies en otro asiento, de espaldas a la puerta de entrada, como solía hacerlo.
Bajo el entrenamiento de su tío, rápidamente aprendió a tirar debajo del brazo y llegó a convertirse en el mejor pitcher del equipo Osos. Muy joven se convirtió en uno de los mejores lanzadores. “Tratar de batearle era un problema”.

Así como era de grueso su cuerpo, lo era de grande su corazón. Compartía por igual con su ayudante las utilidades que obtenía como arrendador del bus que conducía.

“Por eso tenía cero enemistades y era muy querido por la gente”, comentó su tío.

Ese lunes, Luis Alberto se levantó como de costumbre a las 4.30 am. Se fue en el bus que arrendaba a la empresa Impala.

Después de llevar el vehículo a revisión partió a agarrar meta a la terminal de San Pedro Sula.

“En 30 o 40 minutos salís”, le dijo el despachador, así que se fue con su ayudante a descansar al bus.

Su tío y entrenador Martín Macliberty recordó sus tiempos de gloria en el softbol mientras acaricia a una hija del malogrado deportista.
Recostado estaba cuando lo sorprendieron los dos tipos que entraron en forma intempestiva al bus. “Venimos a darles para abajo para que aprenda (el dueño del bus) que con nosotros no se juega”, dijo uno de los criminales.

“Por qué, si yo no te he hecho nada”, refutó entonces el conductor y tras sus palabras vino la descarga. Al ver lo sucedido, el ayudante corrió hacia el fondo de la unidad, rompió el vidrio trasero y saltó hacia su salvación.

Por suerte para él, un tercer delincuente que esperaba en un carro se había ubicado por el lado de la trompa del bus y no lo vio. Tras saltar, el ayudante corrió despavorido hacia el interior de la terminal y se encerró en el primer sanitario que encontró disponible. Se salvó de formar parte de las estadísticas ensangentadas del sector transporte.

Foto: La Prensa

En el lugar de los hechos quedó el bus con el vidrio de la ventana trasera roto. Por allí logró escapar el ayudante de la unidad que cubre el corredor entre San Pedro Sula y Puerto Cortés.