“Dedicarse al arte no es tarea fácil, mucha gente no cree que puedas vivir de ello y la verdad es que es muy complicado, ya que la gente aún no lo ve como una carrera, pero definitivamente vale la pena”, comienza a relatar Alexa Dennise Landaverde Márquez, una sampedrana que radica en Barcelona, España.
Desde sus 3 años de edad comenzó a bailar ballet clásico en San Pedro Sula, Honduras, bajo la dirección de la reconocida Flor Albergue en la academia CCDanza.
Su madre, Glenda Márquez, se encargaba de llevarla a todas las clases que podía, y en las que no, hacía su esfuerzo. Ella era la motivación para que su hija comenzara a amar esta disciplina. Así que a los 9 años la matriculó en clases de danza árabe con la maestra Alejandra Vides en Censea, una decisión que le cambiaría la vida.
Su preparación la continuó practicando danza contemporánea, flamenco y tap. Conforme crecía, empezó a tomarse con más responsabilidad su carrera artística y comenzó a realizar exámenes con la Royal Academy of Dance, lo cual fue una experiencia que le marcó como bailarina. Fue difícil porque tenía que trabajar muchas horas para examinarse, pero gracias a la maestra Flor Albergue logró conseguir buenos resultados en esos exámenes.
Esto le permitió viajar e interactuar con muchas culturas y estilos. Fue a Costa Rica y Nueva York para practicar danza contemporánea; a El Salvador y Guatemala, la danza de vientre; mientras que en la prestigiosa Compañía Nacional de Cuba, pudo practicar ballet. Y fue así como, después de conocer nuevos lugares y ampliar sus conocimientos, decidió tomar un rumbo mucho más lejano de su tierra; en su interés por la danza oriental, emigró a España con el fin de tener más oportunidades.
Irse sola y lejos de su familia se convirtió en lo más complicado porque, como ella lo afirma, “no es lo mismo tener el apoyo familiar que estar sola en un país extranjero”.
Por suerte, siendo joven y valiente, decidió audicionar para entrar a la compañía de danza oriental Raqs Sahira, donde “Gitza y su equipo de trabajo” la recibieron y le dieron un nuevo hogar artístico.
“Empecé a estudiar un curso profesional con Gitza Krotzsch en su academia, pero el hambre de aprender nuevos estilos y técnicas me ganó, así que también estudié profesionalmente con la reconocida bailarina mundial Munique Neith y su ballet. Ahora trabajo como bailarina y profesora de danza del vientre en Barcelona”, contó a Diario La Prensa.
Proyecto. Y con su espíritu implacable, fundó junto a su compañera venezolana, Steffany Medina, Dúo Momentum, su compañía de danza establecida en Barcelona. Claro, no fue fácil porque para ello ha trabajado con disciplina, esa fórmula única del éxito.
“Por suerte he tenido el apoyo de muchas personas maravillosas que han hecho que el camino, aunque difícil, sea ameno. Aunque me haga falta el calor de mi tierra, tengo colegas increíbles que hacen de Barcelona un buen sitio para dedicarse a la danza”, manifiesta.
Su sueño de ser bailarina profesional llegó como agua de mayo, una bendición que ha transformado su forma de ver las cosas. Ser parte de dos de las compañías más grandes de España y aparte ser profesora de danza en este país, no es una misión sencilla.
“Para el futuro espero tener la oportunidad de bailar por Europa y regresar a Honduras y Centroamérica a enseñar lo que he aprendido todos estos años a mis colegas artistas”, expresa con nostalgia.
Su compañía Dúo Momentum brinda espectáculos de fantasía, originalidad y talento en cada evento que las contratan. Junto a su socia cofundadora deleitan a los invitados con danza oriental hipnotizante, como una forma de amenizar fiestas privadas como por ejemplo: cumpleaños, reuniones empresariales, bodas, y cualquier otro evento.
Por otro lado, Alexa da a conocer algunas diferencias claves sobre el público latino y el europeo en cuanto a su valorización de las artes. Según ella, ambas sociedades lo apoyan a su manera.
Latinoamérica está llena de increíbles artistas, de grandes mentes preparadas para expresar y comunicar lo que llevan dentro, aun así no aprecian del todo lo que reciben, tal vez por tema de educación en el hogar y los centros educativos.
En cambio, Europa reboza de arte, en cada esquina y en cada celebración siempre estará presente de una u otra forma. La gente no deja de aprender o de participar en eventos culturales y en muchas ocasiones se puede apreciar de forma gratuita.
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Proceso artístico. La artista de 28 años empieza estudiando muy bien la música para comprender la secuencia de ritmos y los matices que tiene. Además, algo fundamental en esta etapa es leer sobre la pieza que bailará, ya que si está en árabe es necesario traducir lo que dice para expresarlo de mejor manera.
“Escucho varias veces la música y me imagino bailándola, ´si puedes soñarlo, puedes bailarlo´. Poco a poco voy marcando pasos para la coreografía, a veces, también me sirve mucho improvisar y grabarme para sacar ideas. Y acabo por montar una coreografía”, explica Landaverde.
Esto puede llevarle semanas o algunos días, aunque si la obra la inspira en demasía puede acabarla en horas. Pero el tiempo para Alexa es lo de menos, cuando algo se disfruta, es lo que de verdad importa. Como a Vincent Van Gogh lo hacía soñar ver las estrellas, a la artista hondureña la hace soñar su proceso de preparación.
Objetivo. Dentro de sus anhelos a futuro, la joven es contundente con su visión. Viajar por todo el mundo y llevar su danza es por lo que ahora trabaja. Con su compañía esto se visualiza más cerca, a través de ella y de las redes sociales puede proyectarse y llegar a muchas personas que aprecian esta majestuosa expresión artística.
Concepción de arte. Cada artista tiene su definición de arte, y todos coinciden cuando relacionan al arte con la vida; y es que el arte se siente, se vive, se comunica. Es un espacio terapéutico donde todo se detiene.
“El cuerpo se convierte en un símbolo cuando bailas. Es una manera de demostrar que el cuerpo humano es capaz de cualquier cosa, podemos lograr todo lo que nos proponemos”, concluye.
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