L60 millones gastaron en bordos de Amapa que fueron destruidos

Migdonio Osorio Bonilla tiene más de un mes de estar viviendo en un bordo con unos treinta miembros de su familia en el excampo bananero de Amapa en El Progreso, Yoro, pues las casas quedaron soterradas por la arena de un canal del alivio del río Ulúa.

Justamente, en ese canal de alivio el gobierno invirtió alrededor de 60 millones de lempiras en reparación de los bordos después de los desastres de los huracanes Eta y Iota. Sin embargo, las lluvias de finales septiembre pasado produjeron una crecida del río Ulúa que arrasó con cuatro obras de protección que se habían realizado en la comunidad.

Fue tanta la fuerza del río que solo quedó un promontorio de piedras que la empresa encargada tiró a una orilla, como protección supuestamente del bordo, lo demás fue arrasado por el agua. “Mire como están las casas de toda mi familia, esta vez fue peor porque la arena del río aterró las calles, las fincas de palma y las casas a las que no podemos entrar”, comentó Bonilla.

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Con un gran lamento, comentó: “Nací y me crié aquí en campo Amapa, hemos pasados todas las inundaciones y nuestro único refugio ha sido un bordo donde nos protegemos, pero este año creíamos que estábamos salvados , por la inversión millonaria que hicieron el año pasado en las obras de protección , pero todo está peor”.

Campo Amapa es el ultimo de los excampos bananeros de El Progreso. Para llegar se entra por el lado izquierdo del bulevar principal de la ciudad y se recorren otros campos, como Buena Vista, Soberanos, Campo Las Flores, Colonia Duarte y Naranjo Chino, donde se pueden observar los daños dejados por las últimas inundaciones.

Muchos pobladores de Amapa no han podido regresar a sus moradas. El temor de otra inundación -sufrieron el paso de los torrenciales atípicos de septiembre y los huracanes Ian y Julia- y el lodo que todavía cubre parte de la comunidad frena cualquier intención de retorno.

El miedo es comprensible: Al menos 30 roturas se contabilizan a lo largo de esos bordos tras el impacto del fuerte caudal del Ulúa, una lluvia incesante es una amenaza total. Para miles de habitantes cuyas casas quedaron inundadas y perdieron sus pertenencias, los aguaceros de septiembre y octubre reviviendo los daños causados por Eta y Iota, con el peso añadido que todavía no se habían recuperado de ese golpe.

Al llegar a campo Amapa no se puede pasar a la comunidad en vehículo, pues el puente esta prácticamente destruido tras la crecida del brazo de alivio del Ulúa. En ese sentido, los habitantes tienen que llegar primero a Urraco Pueblo y, luego, pasar por Monterrey Breck, Palos Blancos, El Paraíso, La 70, La Suyapa, La Victoria y Dos Caminos.

Jorge Zavala, presidente del patronato de Amapa, indicó que después de los huracanes de 2022 creyeron que las reparaciones de los bordos eran de calidad, pero lamentablemente los ríos están muy azolvados. “Hicieron obras valoradas en más de 60 millones de lempiras, pero no sabemos si fue el tiempo que no dio para que se hicieran fuerte y en un año estamos con una destrucción peor que para Eta y Iota”, lamentó.

Indicó que las tormentas recientes no fueron tan potentes, pero el río subió tanto que destruyó las obras que fueron construidas el año pasado y toda la arena quedó en una parte de la comunidad, dejando aterrada muchas casas y fincas enteras de palma.

Todas las cuatro obras que hicieron en la zona quedaron destruidas, además que el cause del brazo del río Ulúa se amplió y cubrió más terreno del acostumbrado, llevándose también viviendas y parte de las plantaciones de palma que estaban a las orillas. Los miembros del patronato posan su esperanza en la promesa de construcción de un nuevo puente realizada por el coordinador del gabinete de Infraestructura, Amable de Jesús Hernández.

José Marino Chirinos, poblador y miembro del patronato de Amapa, afirma que han pedido obras de calidad para que de una vez puedan estar tranquilos cuando hay crecidas del afluente.

La empresa Tela Raid Company dejó buenos bordos, además que recibían mantenimiento periódico. Como patronato han llamado la atención de sus vecinos para que no construyan cerca de los bordos, más ahora que parte de esos cedieron. Mientras la construcción del puente de Amapa se materializa, por ahora la urgencia de Migdonio Osorio Bonilla y su familia es que maquinaria llegue a desenterrar sus casitas y calles para limpiarlas y habitarlas, pues no tienen otra opción donde vivir.