18/05/2024
12:40 PM

¿Ocioso o haragán?

Exactamente el 24 de diciembre de 1848, Abraham Lincoln escribió una carta a su hermanastro John D. Johnston negándole un préstamo de 80 dólares. Las razones que expuso son tan convincentes que usted y yo y todo el que quiera tener prosperidad en su vida puede aprender de ellas.

    Exactamente el 24 de diciembre de 1848, Abraham Lincoln escribió una carta a su hermanastro John D. Johnston negándole un préstamo de 80 dólares. Las razones que expuso son tan convincentes que usted y yo y todo el que quiera tener prosperidad en su vida puede aprender de ellas. En esa época 80 dólares eran, sin duda, una cantidad apreciable de dinero. Incluso el hermanastro de Lincoln le ofrecía sus tierras en garantía, y le aseguraba que los necesitaba angustiosamente. ¿Por qué entonces un hombre tan sensible a los problemas de los demás se negaba a prestar ayuda a alguien ligado con él por lazos de sangre? Sencillamente porque, con sensatez, quería ayudarlo y no perjudicarlo. Permítame explicarle. Lincoln escribió en su carta: 'No eres perezoso, y, sin embargo eres un ocioso empecatado. Creo que no trabajas un día completo nunca. En tu deplorable costumbre de perder lastimosamente el tiempo se cifra la causa de todos tus tropiezos'.

    Y ese mal que aquejaba al hermanastro de Lincoln sigue aquejando a miles y miles de personas cuando estamos iniciando un nuevo milenio. Mire usted a su alrededor y le será fácil identificarlos. Dejan pasar el tiempo como si fueran a ser eternas en esta vida. Yo he llegado a la conclusión de que mucha gente buena que debería ser triunfadora y próspera no lo es por ser haragana, sino por ser ociosa. Y permítame decirle que son dos cosas completamente diferentes, aún cuando sus resultados suelen ser los mismos.

    He dictado literalmente cientos de veces una charla titulada 'Siete pasos para construir hacia la excelencia', y el tercero de ellos es 'conseguir el hábito de la acción'. Y lea usted bien porque no hablo de 'poner acción', sino de conseguir 'el hábito' de la acción. Y un hábito se consigue repitiendo un comportamiento hasta que queda grabado en nosotros de tal manera que se vuelve automático.

    Por supuesto, la ociosidad es también un hábito muy arraigado en muchas personas. En su defensa habrá que reconocer que lo han formado inconscientemente, no a propósito.

    LO NEGATIVO: Caer indolentemente en la ociosidad, dejando que ese hábito destruya nuestro futuro.

    LO POSITIVO: Desarrollar el hábito de la acción, de la laboriosidad, encontrándonos así con la abundancia anímica, económica y espiritual.