La vulnerabilidad ha sido para los hondureños un “vecino” incómodo o compañero fastidioso de ruta que se concentraba en fenómenos naturales cíclicos e identificados, hoy convertidos en una realidad permanente agudizada por el cambio climático que va alterando la regularidad de las lluvias y acentuando los daños de la sequía. Vulnerable los cuatro puntos cardinales con consecuencias directas en la población, tanto en la que habita en las zonas golpeadas como en quienes no viven en ellas, pues el costo de las pérdidas se traslada al mercado o servicios que proporciona salud o educación.
Un referente cercano el huracán Mitch dejó en evidencia la indefensión ante fenómenos naturales de semejante magnitud, aunque no fue el primero y, desgraciadamente, no será el último. El Fifí diseñó un mapa similar y generó una reacción que rápidamente desapareció aumentando la debilidad por la carencia de previsión que conduzca a una cultura de prevención sostenedora de propuestas de solución a los cada vez más graves problemas en el ambiente.
Hoy, cercanos ya los meses de mayor intensidad en las lluvias, volvemos la mirada al peligro de inundaciones que pueden afectar el 15% del territorio nacional, detalla el último estudio Atlas climático y de gestión de riesgo de Honduras, del Instituto Hondureño de Ciencias de la Tierra. De situaciones, con matiz vivencial y no tanto científico, pueden hablar los pobladores del Valle de Sula. Personas adultas mayores todavía recuerdan aquellas llenas de mediados del siglo pasado o aquel huracán, calificado el más violento del siglo, de 1974. Algo similar hoy mostraría escenas apocalípticas.
Las zonas de mayor exposición a los fenómenos naturales están ubicadas en la costa norte, Gracias a Dios, Atlántida, Colón y Cortés; en el sur, Valle y Choluteca, los dos últimos vulnerables a las inundaciones son también víctimas de la sequía. Esta situación es seguida por instituciones internacionales que colocan a nuestro país entre los diez más vulnerables del mundo durante los últimos 20 años, dos décadas desde el paso del Mitch. Posterior a la gran desgracia e inmensa tragedia se abrieron esperanzas con la condonación de la deuda. Se creó la Estrategia para la Reducción de la Pobreza (ERP), pero e_SDLqtristemente se lo robaron; hay que decirlo así porque eso fue lo que ocurrió”.
Y así hoy aunque se reconoce el trabajo en obras de mitigación, el problema de la vulnerabilidad, inundaciones y sequías, no es centro de agenda por lo que la cercanía de los meses de lluvia abre un período de intranquilidad y peligros para miles de familias que viven en zonas vulnerables en áreas urbanas, tierras bajas y campos cercanos a los ríos. Prevención, para la próxima.