16/01/2025
12:01 AM

Fuga de cerebros

    Este término, que afecta al recurso humano de los países en vías de desarrollo, particularmente en aquellos en donde la disponibilidad de oportunidades es muy limitada y se concentra en los estratos de mayores ingresos, abarca tanto a personas con títulos universitarios como a los poseedores de estudios técnicos. Honduras no es la excepción; de hecho, en la medida que crecen los niveles de desempleo abierto y oculto, la inseguridad de las personas y sus bienes, los salarios y emolumentos continúan estáticos a pesar de las alzas en el costo de vida, más y más compatriotas en edad productiva optan por abandonar su patria y sus hogares, en un intento cada vez más difícil de lograr, por percibir ingresos que les permitan salir adelante, poder ahorrar e invertir, sea en Honduras o fuera de ella.

    El panorama es complejo por el hecho que anualmente egresan mujeres y hombres de carreras ya saturadas, lo que hace cada vez más difícil el poder obtener un empleo o ejercer privadamente la profesión obtenida; en otras palabras, varias de ellas se encuentran saturadas y aún así, las universidades continúan impartiéndolas sin inaugurar nuevas opciones educativas, de las cuales --tanto el sector público como el privado-- requieren para la actualización, modernización y desarrollo humano y económico de nuestra nación.

    El Primer Mundo da la bienvenida a mano de obra altamente calificada, ya que esta migración selectiva contribuye a su crecimiento y expansión, a costa del drenaje de profesionales y técnicos del Tercer Mundo, problema que ha sido estudiado por las Naciones Unidas y sus agencias especializadas.

    Mientras tanto, las deportaciones de migrantes van en aumento, ellos y ellas retornan para encontrarse con condiciones similares o más deterioradas de las existentes al momento de su partida. Tanto los centros urbanos como el mundo rural hondureño van quedando semidesiertos de jóvenes de ambos sexos, tan solo quedando niños (as) y ancianos (as), que por su edad quedan circunscritos a continuar subsistiendo, merced a las remesas que sus hijos (as) les envían periódicamente desde el exterior.

    Incluso, menores de edad, solos o acompañados por adultos, optan por migrar, intentando reencontrarse con sus progenitores. Si no fuera por esos giros puntuales, ya varios pueblos estuvieran totalmente abandonados, en ruinas, sus pobladores optando por refugiarse en ciudades que no son siquiera capaces de brindarles los servicios básicos: agua potable, energía eléctrica, procesamiento de desechos sólidos, techo, protección.

    Ciertamente, los dilemas existenciales para millones de seres son por demás harto limitadas, además de dramáticas, cargadas de incertidumbre.