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Eufemismo

  • 24 septiembre 2019 /

Soñar no cuesta nada, pero llamar las cosas por su nombre, sí, por eso a lo de “tercer país seguro” se le dio el visto bueno como cooperación en materia de asilo.

    La expresión “ tercer país seguro”, tal como se considera en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, con sus modificaciones y explicaciones a lo largo de los años, no es solo una vana ilusión en nuestro país, sino una utopía derivada de exigencias ajenas al tema migratorio; pero asuntos abordados en conversaciones bilaterales de las últimas semanas que culminaron en Tegucigalpa, en un clima de hermetismo, con un acuerdo sobre migración. Como dirían en el leguaje popular, el estira ha sido fuerte, pero mucho mayor el encoge, de manera que nuestro país se suma a México, Guatemala y El Salvador a las restricciones de emigrantes para aliviar la presión en la meta final, la frontera sur de Estados Unidos.

    Según trascendió en fuente diplomática en las conversaciones y, por aquello de dando y dando, una parte, posición más débil, Honduras, presentó la situación de miles de hondureños beneficiados con el Estatuto de Protección Temporal, cuya vigencia se mantiene por proceso judicial a fin de identificar un final en la que cumplidos los mínimos requisitos puedan adquirir miles de familias la residencia permanente, pues son ya casi dos décadas de integración plena en la sociedad norteamericana, con jóvenes educados en su sistema.

    Si en nuestro país hay que proteger los derechos humanos de inmigrantes en ruta hacia el norte con un estatus legal, permiso de trabajo y servicios sociales básicos hasta que se resuelve su caso, es de justicia y humanidad que a los hondureños, llegados legalmente y en situación regular, se les dé una solución permanente tras décadas de incertidumbre con el final de cada plazo autorizado de permanencia.

    Será más la exigencia del cumplimiento del Acuerdo de Cooperación en Materia de Asilo, eufemismo de “tercer país seguro”, pero habrá que insistir, pues las leyes norteamericanas no son inflexibles, hay personas que se muestran rígidas y exigen drasticidad, siempre acompañada de presión, que en punto alto llega a chantaje, como se vio estos días al hablar de remesas, maquila y exportaciones; pero con estabilidad en la región, desafiante reto permanente, llegará mayor inversión, habrá más oportunidades de empleo y con ellas mejoramiento de la calidad de vida individual y familiar, condiciones para disminuir, nunca terminar, el éxodo.

    Soñar no cuesta nada, pero llamar las cosas por su nombre, sí, por eso a lo de “tercer país seguro” se le dio el visto bueno como cooperación en materia de asilo.