03/05/2024
06:26 PM

Buena noticia

    La buena noticia, tras augurios y evidencia diaria, nos llegó la semana pasada en fuente oficial de Aguas de San Pedro garantizando el suministro del vital líquido durante el verano, pues será duro con temperaturas propias de “asador”. Claro que en la Capital Industrial hay que desviar la mirada de los ríos y quebradas que recorren la ciudad cuyos cauces presentan su casi exclusiva riqueza de piedras y arena. Pero para los sampedranos está garantizada el agua, siempre que no haya apagones, pues si falta energía habrá que echar mano a las cubetas.

    Para visitantes que atraviesan los puentes sobre secos ríos la sorpresa es grata, pues no hay corriente de agua, no se pueden visitar represas porque no hay y ¿entonces? La ciudad, con creciente expansión y masiva deforestación, tiene sus represas naturales, beneficiosas, bolsones de agua subterránea, que se nutren de la absorción del líquido en la montaña de El Merendón, reserva hídrica, y llega al valle sin contaminación para almacenarse en acuíferos desde los que se distribuye en la red urbana.

    Todo muy bonito, aunque en el horizonte ya han comenzado a aparecer, en los últimos años, peligros que atentan directamente contra la dotación de agua en el área urbana. Cuidarla debiera ser prioridad, pero el Gobierno central se enreda en agendas, aunque las fundamentales deben ser: infraestructura para proporcionar la distribución del líquido, defensa “espada en mano” de El Merendón y protección, a como haya lugar, de los acuíferos.

    Habrá mucha necesidad de vivienda, de espacios para construir casas, pero ello no es excusa para atentar contra la riqueza de la ciudad y de su población, el agua que, pese a las altas temperaturas y la carencia de lluvias durante la canícula no escaseará, tal es la promesa de ASP.

    Inconcebible que hayan pasado tantos días para desalojar la invasión, sin que se haya proclamado inviolable el área de los acuíferos.

    También debiera ser delito la omisión que daña el bien y los intereses básicos de la población. El “dejar hacer, dejar pasar” debiera constituir complicidad por negligencia en la actuación y responsabilidad en los daños que en el caso de los acuíferos o la deforestación del bosque serán irreparables.

    Es necesario mirar a futuro y si ya tenemos cloacas al aire libre por carecer de plantas de tratamiento de las aguas servidas protejamos las corrientes y las lagunas subterráneas. Si a las autoridades se les exige prioridad en defensa del agua y a la empresa concesionaria servicio eficiente, la población y las empresas deben hacer uso racional del vital líquido.