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¿Somos o no somos?

  • 29 octubre 2023 /
Emy James

Leyendo un artículo sobre el nuevo libro de Robert Salpolsky, profesor de Biología y Neurología de la Universidad de Stanford, y luego viendo una entrevista suya me quedo pensando en lo insignificantes que somos los seres humanos de ser ciertas la teorías de este respetado académico, quien antes de serlo ya había ejercido como primatólogo en África oriental, demostrando cómo las interacciones entre estas criaturas podían generarles estrés y cómo este provocaba cambios significativos en su organismo.

Y es que asegura Salpolsky que todos nosotros somos la suma de muchas cosas sobre las que no tenemos control alguno, como lo son nuestros genes, el entorno y sus interacciones. Que cada decisión que tomamos está determinada por múltiples factores, que van desde las proteínas que recibimos (y las que no recibimos también) mientras estábamos en el vientre materno, pasando por si dormimos bien o no la noche anterior, hasta la percepción preconcebida que nuestro cerebro ha hecho con anticipación de eso que debemos decidir. En otras palabras, el libre albedrío no existe, es una ilusión. Desde luego que no es la primera vez que escuchamos hablar sobre esto, ya Freud con el descubrimiento del inconsciente nos había demostrado que la mayor parte de los procesos mentales están sumergidos cual “iceberg” en el océano y que las personas nos enteramos únicamente de una pequeña parte, la cual sería la punta de ese “iceberg”. Que muchas cosas que nosotros creemos haber decidido en cierto momento, nuestro cerebro lo había decidido mucho antes, sin darnos cuenta de ello.

Luego tenemos también la corriente materialista-determinista de Marx, que nos asegura que todo lo que pensamos, hacemos y sentimos forma parte de una serie de causas y efectos. Que no es que no tomamos decisiones, lo hacemos, pero muchas veces estas dependen de una cadena de circunstancias y consecuencias. Que de ninguna manera somos totalmente libres al tomar estas decisiones. Continúa diciendo Salpolsky que los seres humanos estamos condicionados a responder a diversos estímulos a lo largo de nuestra vida y nos pone como ejemplo un aroma. Al cual responderemos de manera grata o no dependiendo de lo que nos recuerde o a quien nos recuerde. Nuestra respuesta va a depender del significado que pueda tener para nosotros ese olor.

Por otro lado, tenemos al médico, escritor y considerado padre de la psicología clínica William James, quien después de diversos estudios y años de investigaciones llegó a la conclusión de que no podemos negar la influencia tan grande que tienen sobre nosotros la genética, la forma en que fuimos criados, cómo manejamos nuestra vida, las otras personas, el ambiente, etcétera, etcétera. Él fue uno de los más estudiosos de la consciencia y por lo tanto entendía lo inentendible que es. Entendía el funcionamiento de nuestro cerebro y la cantidad de cosas que están fuera de nuestro control a nivel neuronal. Pero así mismo llegó a comprender que tenemos entera libertad para elegir entre un pensamiento y otro, y lo determinante que esto puede llegar a ser en nuestra existencia. Nos dice James: “Mientras conserve un rayo de consciencia debo elegir y no permitir que la vida o los otros elijan por mí, debo hacer del sistema nervioso mi aliado y no mi enemigo. Todo pensamiento produce cambios químicos en el cuerpo, no debo luchar contra los malos pensamientos, simplemente preferir los que estén a favor de la salud y la vida”.