28/04/2024
11:28 AM

Queja y crítica

  • 28 enero 2024 /
Emy James

La diferencia es sutil, pero al mismo tiempo no fácil de identificar. En la primera se busca expresar la insatisfacción por algo, en la otra se ataca directamente a la persona o la situación.

En su libro “Inteligencia emocional”, el psicólogo y autor Daniel Goleman hace referencia a dos ejemplos de errores maritales, uno de ellos es de una pareja que acabó divorciándose poco tiempo después del experimento que es observado en el laboratorio de John Gottman, psicólogo de la Universidad de Washington:

Fred: ¿Recogiste mi ropa de la tintorería?

Ingrid (en tono burlón): “recogiste mi ropa de la tintorería”? Vete tú a buscar tu maldita ropa. ¿Yo qué soy, tu sirvienta?

Fred: De ninguna manera. Si fueras una sirvienta, al menos sabrías lavar. Diálogos recurrentes en relaciones que obviamente andan mal.

En el otro caso mencionado, una pareja de casados queda de verse en el cine unos minutos antes de que empiece la película. Ella y la hija de ambos llegan puntual, pero él, que se ha encontrado con un viejo amigo en el camino, se entretiene unos minutos y llega disculpándose, un poco después de lo acordado. Ella ha “explotado” desde que se dio cuenta de la demora diciéndole a su hija: “Si existe alguna forma de que tu padre estropee las cosas, lo hará”. El enojo de ella empeora al ver la expresión de alegría que él trae (por haberse encontrado con este viejo amigo): “está bien..., nos dio la posibilidad de comentar tu increíble habilidad para arruinar todos los planes que hacemos. ¡Eres tan desconsiderado y egocéntrico!”.

Aquí más que quejarse, o criticar la conducta, ella ataca directamente al otro. Esto, según Goleman, provoca en la otra persona sentimientos de vergüenza, disgusto, culpa y defectuosidad que lo llevarán a tomar otras conductas nada sanas para la relación.

En otro caso (fuera del libro), él recibe una llamada en la que ella reclama de manera violenta que él no la haya llamado al mediodía como habían quedado y lo llama así sin más; mentiroso. Él trata de mantener la calma al principio, pero cuando es acusado de mentir recurrentemente (una persona mentirosa es aquella que acostumbra a mentir), se molesta y le pide que no lo llame así, explica las razones por las cuales no ha podido mantener su promesa y le recuerda al mismo tiempo que eso no lo convierte de ninguna manera en un mentiroso. Una vez más, no atacamos la conducta si no a la persona. Otra situación que podemos notar en el segundo caso es esa mala costumbre nuestra de hablar en términos de “todo” “nada” “siempre” y “nunca”. Expresiones radicales, absolutistas, inflexibles y totalitarias que ya no dejan espacio para otra cosa, poniéndole fin a cualquier intento de defensión, a la oportunidad de una buena conversación y por lo tanto a una adecuada comunicación. Y si tomando en cuenta que la comunicación es la base de toda relación, entonces...