En una reciente entrevista hecha por el legendario Don Francisco, Jorge Ramos, ese exitoso y controversial periodista y autor mexicano, contaba un poco sobre su excitante experiencia vital ahora que ya cuenta con 66 años. Hablaba sobre sus miedos y dudas a estas alturas de la vida y la manera en que trata de enfrentarse a todo ello. También hizo énfasis en algo; en que llegado a este punto ha entendido que tal vez hubiese sido bueno para él, hacer otra cosa además de todas las que ya he hecho, porque (así lo siente él), piensa que pudo perfectamente hacerlo, dedicarse a otra cosa además del periodismo de una manera formal, por así decirlo. Cuenta que de niño soñaba con ser un jugador de fútbol profesional, por ejemplo, entre otras cosas que por una u otra razón no se dieron. Uno de sus temores radica en no decidirse a retirarse a tiempo de lo que actualmente hace, para probar nuevas emociones.
La gente que como yo ha seguido y admirado desde siempre a este gran personaje que entre otras cosas ha sido nombrado muy recientemente una de las personas más influyentes en el mundo de habla hispana, nos sorprenderíamos con estas declaraciones ya que conocemos de su intensa vida, llena de éxitos profesionales, viajes alrededor del mundo, entrevistas con las personas más importantes en diversos ámbitos y libros escritos de los cuales puedo recomendar algunos, como “Atravesando fronteras” que es una especie de autobiografía narrada con una sencillez y franqueza que francamente lo deja a uno extasiado. Nos sorprenderíamos de escuchar que aún con todo esto, alguien pueda sentir que le faltan cosas por hacer, vacíos que llenar. Pero lo cierto es que es totalmente normal esta sensación. Está en la naturaleza humana el necesitar hacer y sentir que eso que hacemos es algo importante porque en cuanto renunciamos a seguir, comenzamos poco a poco a morir. Y así lo sabemos y así lo sentimos. Además, está eso que nos dice la escritora y también periodista española, Rosa Montero. En su hermoso ensayo “La loca de la casa”, donde nos habla de ese deseo a veces inconsciente que todos cargamos y que camina con nosotros a través de la vida, tal vez sin darnos cuenta, ese deseo o sensación de ser otro. Entonces, vivimos vidas paralelas, imaginadas, soñadas, que nos ayudan a “escapar” de la “real” cuando ésta se vuelve insoportable. Una especie de mecanismo de defensa indispensable para sobrellevar las cosas.
Volviendo a la mencionada entrevista, don Mario Kreutzberguer le confiesa a su invitado que él nunca se ha detenido a pensar mucho en el asunto, que, a pesar de haberse dedicado por más de seis décadas a hacer prácticamente lo mismo, siente que eso que hizo fue tan gratificante, que lo seguiría haciendo (y de hecho podría decirse que lo sigue realizando) hasta que ya su cuerpo o su mente o ambos, no se lo permitan más porque si no, moriría. Dos puntos de vista diferentes pero que desembocan en lo mismo: Para sentirnos vivos necesitamos continuar hacia adelante. Para atrás, (parafraseando a la también periodista y autora cubana Cristina Saralegui) ...ni para coger impulso.