24/04/2024
07:01 AM

Luz en las tinieblas

Jibsam Melgares

Es muy normal que cuando intentamos recordar los detalles del nacimiento de Jesús acudamos a los evangelios de Mateo y Lucas, debido a que estos escritos dejan un espacio en su relato para las narrativas de la infancia de Cristo.

Marcos y Juan son usualmente pasados por alto, ya que no integran esas narrativas a su texto. A primera vista esto puede parecer cierto. Sin embargo, con una mirada más atenta podremos notar que Juan sí habla de la entrada de Jesús al mundo, nada más que lo hace con un lenguaje y un mensaje muy diferentes al usado por Mateo y Lucas.

En 1:9, Juan dice: “La luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo”. Lamentablemente, el mundo no lo quiso recibir (1:10), porque la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos (3:19). Esto entraña una gran ironía. Porque como bien señala Gary Burge, los seres humanos rechazan la única medicina que puede curar su condición de pecado y maldad. Dios ama al mundo y le dona a su Hijo, pero el mundo se le opone (3:16-21). Como en la descripción que hace Lucas de la natividad en Belén, no había lugar para Jesús en la posada, así también no hay lugar para Él en las sociedades modernas. Por eso podemos ver cómo cada año el hombre contemporáneo intenta celebrar la navidad sin hacer mención alguna a Cristo.

Pese a todo, existe esperanza. Otra vez Burge está en lo correcto cuando indica que el mundo sabe que necesita transformación. Es consciente que en lo más hondo de su ser está incompleto y vacío. Sin embargo, busca la respuesta en sistemas humanos: astrología, libros de autoayuda, gurús y motivadores, etc. Ante esto, el evangelio de Juan es claro al afirmar que la única esperanza está en Jesús, quien con su luz puede transformar nuestras tinieblas en vida y vida abundante (10:10). Tan solo hay que entregar nuestra confianza y nuestra vida plenamente a Él (1:12). Este es el mensaje central de la navidad que no podemos pasar por alto.