Libertad, igualdad y fraternidad, frases históricas que resuenan universalmente desde hace 233 años, cuando en París, Francia, un 14 de julio de 1789 se logra el triunfo de la Revolución francesa con la toma de la Bastilla.
Es así que un 26 de agosto de ese mismo año se logra uno de las más grandes conquistas de beneficio común para la humanidad con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Así quedó plasmada en tinta revolucionaria y de puño firme de Maximiliano Robespierre parte de esa heroica hazaña de ese valiente pueblo galo que se sacudió de las injusticias y opresión del cruel y vil régimen totalitario, autoritario y absolutista del derrocado Luis XVI. Pero aún ¿cuántos Luis XVI siguen gobernando en el mundo en la actualidad e imponiendo esas características señaladas de esos Gobiernos despóticos disfrazados de “democráticos” y escondidos en las actuales “monarquías” que mantienen encerrados a los pueblos en modernas “Bastillas”, mirando al pueblo como miserables?
En Latinoamérica hay varias “fortalezas” modernas contemporáneas, gobernadas por presidentes déspotas convertidos en monarcas del siglo XXI y que los pueblos han solicitado y siguen pidiendo que se activen “las guillotinas” de la justicia y que rueden sus cabezas para que caigan esas “coronas” de la corrupción y de la impunidad.
Este año 2022 es una oportunidad para que el pueblo hondureño exija una “revolución” ética, moral y de transparencia al gobierno presidido por Xiomara Castro para reclamar los derechos de libertad, igualdad y fraternidad. Para abolir esos imperios que aún fomentan el feudalismo político, pues uno de los eternos irrespetos a la Constitución de la República es que la independencia de los tres poderes de Estado siga siendo una utopía en pleno siglo XXI en un país llamado Honduras.
