16/01/2025
12:01 AM

¡El corazón de un guerrero!

Alejandro Espinoza

“El guerrero no se deja asustar cuando busca lo que necesita. Sin amor, él no es nada. Paulo Coelho.

Hemos vivido la historia para aprender lo común y saber lo que importa. La filosofía nació como una práctica, nunca como solo las palabras de un discurso, especulación o construcción del sistema. Los estoicos, los cínicos, los epicúreos fueron escuelas para vivir la filosofía en lo común, es por ello que en la literatura podemos encontrar en la vida de un guerrero una vida atroz, espléndida y enigmática. La tiranía de la visibilidad de la sociedad, la subjetividad victimista, definitivamente vamos contra la corriente de la sociedad. Lo cierto es que todos somos guerreros, ya que toca pelear en cada momento y gesto por mantenerse impecable contra fuerzas que tienen la virtud de arruinar lo que está bien y dañar más lo que ya está mal.

Es necesario que se logre cambiar la percepción del mundo y cada uno guerrear por la versión de la realidad, es tiempo de borrar lo que amarra la mentalidad de derrota y ser un guerrero con libertad, fluidez y volverse imprevisible, asegurando la identidad.

En el Imperio romano era reconocido. Según el emperador romano, él definió la jerarquía de la guardia pretoriana; ellos tenían la guerra como forma de vida, al que podemos mencionar guerreros como los espartanos, podemos añadir los pueblos germánicos, el Imperio mongol, los vikingos.

Un guerrero romano de élite era la guardia pretoriana; la fuerza militar de élite por excelencia en sus inicios tuvo a cargo la protección del emperador y su familia. Esa jerarquía oficial de una legión romana reposaba sobre tres individuos: el legado, el tribuno y el perfecto del campamento.

La historia habla de los valientes de David, quienes “estaban armados de arcos y usaban de ambas manos”, 1 Crónicas 12:2 RVR 60. Estos hombres no solo tenían habilidades y destrezas, eran entendidos en los tiempos.