16/06/2024
12:07 PM

Conquista y colonización de Honduras

José Azcona

La conquista de Honduras fue fruto de la espada y de la lágrima. En Erandique hemos traducido y publicado el libro “La conquista y colonización de Honduras (1502-1550)” de Robert Chamberlain. Aún con los avances en la investigación histórica desde el año 1955 en que fue publicado, la mayor parte de su relato continúa siendo verdad histórica aceptada.

Esta no es una historia de éxito o de progreso benévolo, sino una confusa mezcla de intereses personales y de facciones acompañada de crueldades y legalismos.

Un primer hallazgo es la explicación de la naturaleza del nombre y límites territoriales de Honduras. A diferencia de la creencia común, Honduras e Hibueras no eran la misma cosa, sino dos entidades geográficas que, por su proximidad, se fueron fusionando en una sola.

Honduras correspondía a la mitad este de los departamentos de Yoro, Atlántida y Olancho; en conjunto con la totalidad de Colón y Gracias a Dios. Hibueras (o Higueras, para usar la forma alterna) correspondía al resto del territorio.

El proceso de conquista no siguió un plan único, ni una unidad de acción de parte de sus líderes. Honduras quedaba en la intersección de tres fuentes de poder colonial: México, Panamá y Santo Domingo. De la fricción y la pugna por controlar este territorio se enviaban diferentes expediciones y se establecían distintas formas legales para justificarles.

Aunque el proceso de conquista no buscaba sustituir o exterminar poblaciones, y más bien estableció mecanismos de protección a la población indígena (superiores a los de otras potencias coloniales), especialmente en su parte inicial, se procedió a esclavizar cantidades considerables de personas para su transporte a otras partes del dominio español.

La esclavización de la población indígena, sumada a las nuevas enfermedades y la construcción de un sistema de trabajo forzados en la agricultura (encomiendas) y la minería, produjeron una merma considerable de la población. Este resultado sí puede considerarse como genocida por los sufrimientos terribles de pueblos inocentes.