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Balance personal

  • 28 mayo 2023 /

De prisa, no hay lugar para pausas. Esa parece ser una de las premisas de nuestro tiempo, una carrera por hacer mucho en poco tiempo, y lo más importante: demostrarlo.

En el mundo de la competitividad, que trasciende lo empresarial y los negocios para invadir la vida cotidiana, tomar decisiones priorizando temas como la familia y la salud física y mental, podría parecer un lujo.

Mantener un balance entre la vida personal y la profesional puede ser un desafío, pues a pesar de la existencia de la vigencia del tema en la conversación colectiva, especialmente en el mundo de las redes sociales, lo cierto es que hoy por hoy nos sigue impresionando todo aquel que tiene una agenda llena, que está siempre con el teléfono en mano y que muestra poca disponibilidad para tomar una llamada o tener una conversación que va más allá de lo urgente.

Estar muy ocupados es casi una señal de éxito. Aquel que mira constantemente el reloj mientras permanece en una conversación presencial, puede ser interpretado erróneamente como una persona que es tan condescendiente, que nos ha regalado unos minutos de su precioso tiempo productivo. ¡Qué dicha tan grande de todo aquel que goza de esa preciada atención!

¿Acaso es malo buscar la productividad? Como en múltiples temas, todo radica en el balance que debemos hacer entre lo que somos y lo que hacemos. En proyectar desde adentro y no solamente construir una imagen sin respaldo.

En que el eco de nuestras acciones sea basado en hechos concretos y no sea el resultado de una caja vacía. Que encontremos la manera de nutrir nuestra vida y no solamente la agenda.

Hay que recorrer este camino, no como una maratón, sino por el gusto de transitarlo, compartiendo con nuestros compañeros de viaje, desde los más próximos hasta aquellos eventuales. De acuerdo, es más fácil decirlo, que hacerlo, pero vale la pena intentarlo.

En múltiples ocasiones me he encontrado absorta en la carrera, sin tiempo siquiera de ver a los lados. Entonces me doy cuenta, por las buenas o por las malas, por mis propias reflexiones o por llamadas de mi salud personal, que son verdaderas alertas que hay que saber escuchar y comprender. ¿Le ha sucedido?

Cuando eso sucede, busco responderme una pregunta: ¿A quién pretendo impresionar?, ¿qué tengo que demostrar?

La respuesta constante es a nadie. Tal vez sea solamente seguir estereotipos, alimentados por las ideas ajenas, por las expectativas de los demás.

Tener una vida interesante es algo tan personal, que solamente nos corresponde a cada uno, de acuerdo con nuestra visión personal. Equivale también a la propia concepción del éxito, que no necesariamente está ligada a aspectos económicos, sino a lo que el éxito signifique para cada uno.

Tomar decisiones de vida privilegiando el bienestar general y no solamente la vida profesional es una decisión personal y respetable. Hacer renuncias para alcanzar lo que deseamos, que no es otra cosa que vivir con plenitud, vale la pena siempre y cuando seamos fieles a nuestros propios pensamientos y convicciones, no solamente a las de los demás.

Debemos comprender que la vida no es una constante línea recta, sino una serie de etapas consecutivas en las que vamos cambiando, madurando y creciendo en todos los sentidos. Tomar decisiones de esa manera, buscando el balance personal, es un acto valiente y respetable. Hay que aprender a hacerlo.

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