30/04/2024
12:50 AM

Alianza pierde y el Partido Nacional toma la ofensiva

Juan Ramón Martínez

Desde el 27 de enero, la oposición, autotitulada “en contra de la dictadura”, mantuvo la ofensiva. En términos de ciencias militares, el esfuerzo del que ataca es mayor que el que se defiende. De forma tal que el desgaste es mayor para el atacante que tiene que emplear hasta tres veces de esfuerzo en comparación con los defensores. De allí que desde la ofensiva -el desgaste de recursos, personas y oportunidades-, la única forma de compensarla es derrotar, en el menor tiempo posible, a su adversario. Si no lo puede hacer inmediatamente, el tiempo corre a favor de su antagonista, que, cada día que pasa, sostiene sus posiciones y se fortalece. En términos militares, los estrategas de Hitler utilizaron la “guerra relámpago”, que les permitió someter a Francia en pocas semanas. En cambio, en su campaña en contra de Rusia, cada semana que no derrotaban a los rusos fortalecían a estos, que, al final, cuando el invierno cogió a las tropas alemanas indefensas, fueron virtualmente destruidas.

En términos políticos –no hay que olvidar que uno de los teóricos de la confrontación armada, Carl von Clausewitz, decía que “la guerra era la política por otros medios”– sostenemos que en la confrontación entre la “oposición violenta” de Nasralla y Zelaya Rosales el tiempo jugó en favor del Partido Nacional y las fuerzas que le apoyan. En la primera semana de manifestaciones y ataques simultáneos- y en todos los lugares imaginables-, la iniciativa fue de los “comandantes” de la Alianza. Pero en la medida en que no pudieron conquistar ninguna ciudad y ponerla bajo su control ni tampoco atraer a un batallón o unidad policial, el tiempo empezó a correr en su contra. Nasralla, que no puede trasladar los términos tácticos y estratégicos del deporte a la política, se sorprendió que el Ejército y la Policía se mantuvieran fieles a JOH y que tuvieran elevada moral y una enorme capacidad de despliegue. En todos los lugares donde embistieron las fuerzas antisistema respondieron con energía, sin fisuras y con pocas bajas. Lo que indico que él y su jefe, Zelaya Rosales, que sabe de armas, pero conoce muy poco de teoría de la guerra, por más que hable de comandos y de insurrección, carecían de información sobre la capacidad de respuesta del “enemigo”. Comprensible en el cómico de TV, pero increíble en quien ha sido comandante general de las Fuerzas Armadas.

Ahora, desgastada la fuerza de la oposición, con sus líneas de abastecimiento rotas, y perdidas las alianzas con empresarios que les apoyaban por resentimiento hacia JOH tienen que enfrentar la embestida del Gobierno. Y el contrataque ha golpeado sus líneas de flotación, es decir, las zonas neurálgicas. La acusación que no han podido desmentir, que ganaron las elecciones en algunos departamentos de la costa norte con el apoyo de los delincuentes, mareros y narcotraficantes, ha cambiado la relación de fuerzas. Tanto porque los tomó por sorpresa como porque nunca anticiparon que el PN, que lucía con la cabeza caída y la mollera hundida, les iba a contragolpear en un espacio para el cual no estaban preparados. Y es que, en honor a la verdad, las pruebas del PN son contundentes. La incapacidad de la oposición para tomar las ciudades y la retirada en que se mueven desordenadamente confirma que la batalla al final la ganó el sistema. Y que, como dijo Zelaya, no teniendo otra alternativa se repliegan, bien a la clandestinidad o a los territorios de los delincuentes, en que la autoridad tiene ingreso limitado; es decir, que ahora la Alianza colocada a la defensiva tendrá que defender lo suyo, sus intereses y sus territorios, no tanto por cuestiones políticas, que solo quedará reservada a unos pocos comandos que aprovecharán, igual que en las elecciones, la fuerza de los delincuentes y sus familiares para responder. Atacando de vez en cuando, pero sin la impunidad que les dio al principio, el apoyo internacional, que ahora les negará simpatías porque se moverán en el terreno de la ilegalidad junto con los delincuentes. Han perdido la iniciativa y, acosados, tendrán que defenderse.