Por: Nazaneen Ghaffar/The New York Times
“Si hubiera errado el pronóstico, yo podría haber estado sentado en la Francia alemana —no en Francia Francia”, dijo Peter Stagg desde su casa, a una hora de Burdeos.
Stagg hablaba del papel crucial que desempeñó su padre, el Capitán de Grupo James Stagg, en la liberación de Francia de la ocupación nazi.
Stagg padre no era General ni soldado de infantería, pero en las últimas horas antes de uno de los momentos más trascendentales de la Segunda Guerra Mundial, fue el hombre del momento.
El 6 de junio de 1944, un día que se conocería como el Día D, el General Dwight D. Eisenhower ordenó a más de 150 mil soldados aliados desembarcar en las playas de Normandía en una de las mayores invasiones marítimas de la historia. Pero horas antes, la mirada de Eisenhower no estaba fija en el campo de batalla, sino en el informe meteorológico que tenía ante sí. Y el meteorólogo que lo había creado, descrito por su hijo como “un escocés adusto e irascible”, tenía que acertar.
“El pronóstico del tiempo era luz verde o roja”, dijo Catherine Ross, directora de biblioteca y archivo en la Oficina Meteorológica, el servicio meteorológico del Reino Unido. “Todo lo demás estaba listo”.
El éxito exigía un conjunto muy específico de condiciones: buen clima, brisa moderada, una nubosidad de menos del 30 por ciento para apoyo aéreo, marea baja y justo antes o después de la luna llena.
Los aliados vieron una ventana: entre el 5 y el 7 de junio.
Las probabilidades eran desalentadoras. Ross dijo que la probabilidad de que se dieran todas las condiciones meteorológicas deseadas era de 13 a 1 —y aproximadamente el triple de eso una vez añadida la luna llena. Junio también trajo consigo tiempo muy inestable.
“Hubo una sucesión de bajas presiones y frentes que cruzaban el Canal, y el reto era encontrar una ventana”, dijo.
El día 5 “era el día ideal”, recordaría Eisenhower 20 años después. Pero la fecha era objeto de cambio de última hora en caso de mal tiempo.
El hombre encargado de entregar ese importantísimo pronóstico era el Capitán de Grupo Stagg, el principal asesor meteorológico de Eisenhower del Servicio Meteorológico Británico. Era responsable de elaborar un pronóstico unificado con base en las aportaciones de tres grupos independientes, dos británicos y uno estadounidense.
“Obviamente pasó por un estrés tremendo”, dijo su hijo.
No había un enfoque unificado al pronóstico del clima en 1944. Y los enfoques del equipo estadounidense y de los equipos británicos con frecuencia chocaban.
Aumentó la tensión entre los equipos de meteorólogos. Los meteorólogos estadounidenses creían que el 5 o 6 de junio ofrecerían clima favorable. Sin embargo, los británicos se opusieron al 5 de junio.
“Tuvo que decidir qué bando tomaba y presentárselo a Eisenhower”, dijo Ross.
El Capitán de Grupo Stagg se sentía inseguro y escribió en su diario: “Me siento un poco aturdido —es una pesadilla”.
Ross explicó que la decisión de dar luz verde fue una transigencia. “Era cuestión de, ¿será el 6 suficientemente bueno? Y la respuesta fue sí. Pero fue un reto”.
Los meteorólogos estadounidenses y británicos avanzaron hacia un consenso para el 6 de junio. La noche del 4 de junio, el Capitán de Grupo Stagg regresó con el pronóstico más optimista.
Tras un breve momento de reflexión —”unos 45 segundos”, recordó Eisenhower más tarde— dio la orden que cambiaría el curso de la historia: “Bien, adelante”.
La invasión se llevó a cabo el 6 de junio, pero el pronóstico resultó erróneo. El viento soplaba y el mar se mantuvo picado. Sin embargo, el tiempo dudoso pudo haber dado a los Aliados una ventaja crucial.
“Los alemanes supusieron una marea alta, oscuridad y mejores condiciones de nubes, viento y visibilidad de las que los Aliados realmente necesitaban”, dijo Dan Suri, meteorólogo en el Servicio Meteorológico. Cuando las fuerzas aliadas atacaron, los alemanes no estaban preparados.
En un memorándum acompañando a un reporte a Eisenhower, el Capitán de Grupo Stagg reflexionaba sobre lo cerca que habían estado del desastre. Si la invasión se hubiera pospuesto hasta las siguientes mareas favorables, los soldados habrían enfrentado la peor tormenta del Canal en 20 años.
“Gracias”, escribió Eisenhower en respuesta. “Y gracias a Dios que fuimos cuando lo hicimos”.
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