Por: Catherine Porter/The New York Times
PARÍS — Nadé en el Sena.
El 5 de julio, me zambullí cerca del corazón de París —con las antiguas mansiones de la Île Saint-Louis alzándose a mi derredor y los puentes de piedra del Sena extendiéndose hasta la distancia. Una multitud chapoteaba a mi alrededor, riendo de placer y asombro.
“¡Qué alegría! ¡Qué alegría!”, dijo Martine Laupin, de 76 años, nadando de pecho cerca. “¡Esto es París! ¡Imagínate!”.
Nadar en el río estaba prohibido desde 1923 debido al tráfico marítimo y la contaminación. Francia prometió limpiar la contaminación y el 5 de julio inauguró tres zonas exclusivas de nado en París. También se abrieron dos zonas en el río Marne, un afluente unos kilómetros río arriba, en los suburbios del sur de París.
El agua era verde y sedosa. Una suave corriente me arrastró a lo largo de una línea de boyas naranjas que marcaban la zona oficial de nado. El agua estaba tibia. Una bandera verde colgaba de un asta, indicando el resultado de las pruebas más recientes de calidad del agua, realizadas dos horas antes.
Un estudio de la década de 1990 clasificó el tramo del río que atraviesa París como poseedor de uno de los niveles más altos de metales pesados del mundo. Ahora está lo suficientemente limpio como para que los humanos puedan nadar en él.
Una manera de persuadir a los parisinos para que soportaran el turismo y el tráfico de los Juegos Olímpicos del verano pasado fue prometer que el Sena sería apto para nadar. Los organizadores se comprometieron a depurar sus aguas lo suficiente como para que se realizaran allí las pruebas de triatlón y maratón de natación, y un año después, a abrir zonas de nado para los residentes. Hacerlo requirió un presupuesto de 1.4 mil millones de euros (1.6 mil millones de dólares).
Trabajadores construyeron enormes tanques subterráneos para captar agua durante las tormentas y evitar que las alcantarillas desembocaran en el Sena. Añadieron nuevos tratamientos químicos y ultravioleta en las salidas de las plantas de tratamiento de aguas residuales río arriba.
Funcionarios también fueron puerta por puerta, convenciendo a unos 8 mil propietarios de viviendas río arriba para que cambiaran sus viejas tuberías defectuosas para asegurarse de no verter al río.
Desde entonces, el Gobierno ha reparado otras 2 mil tuberías defectuosas.
Pruebas regulares realizadas durante junio para detectar E. coli y enterococos intestinales, bacterias que pueden causar enfermedades e indicar contaminación fecal, revelaron que el agua en los tres sitios era segura para nadar entre el 80 y el 93 por ciento del tiempo, con base en las normas europeas, dijo Paul Kennouche, microbiólogo a cargo del departamento de calidad del agua de la Ciudad. Kennouche explicó que un equipo de 17 personas monitorea la calidad del agua cada dos horas todos los días.
La Alcaldesa Anne Hidalgo, una importante impulsora de la limpieza del Sena, dijo que se sintió inspirada por su hijo Arthur Germain, quien nadó la longitud completa del Sena en 49 días en el 2021. Él lloró al cruzar bajo el primer puente entrando a París, relató en una entrevista, abrumado por la nueva perspectiva de los edificios que formaban el telón de fondo de su vida.
“No puedes estar más inmerso en la naturaleza que cuando estás nadando”, dijo.
París es una ciudad capaz de lograr cosas aparentemente imposibles. Se puede nadar en el río.
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