El Estado del Vaticano quedó completamente aislado del mundo exterior, sin cobertura móvil, sin radio y sin posibilidad de comunicación.
Esta medida forma parte del riguroso protocolo para garantizar el secreto absoluto del cónclave, donde los 133 cardenales tienen la responsabilidad de elegir al nuevo Papa tras la muerte de Francisco.
Las autoridades vaticanas notificaron desde el lunes a residentes y trabajadores que toda transmisión de telecomunicaciones fue suspendida dentro del territorio vaticano, una superficie de apenas 0,4 kilómetros cuadrados en pleno corazón de Roma.
La desconexión se mantendrá hasta que se haya nombrado al nuevo Pontífice.
“Es una medida por la seguridad del proceso de elección del Sumo Pontífice”, confirmó la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Los cardenales electores entregaron sus teléfonos móviles antes de entrar al cónclave, y no los recuperarán hasta que concluya la votación.
La Casa Santa Marta será su residencia temporal durante estas jornadas, aunque las votaciones se llevarán a cabo únicamente dentro de la Capilla Sixtina, donde también se han apagado cámaras, sensores y cualquier equipo de grabación.
El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, precisó que la Plaza de San Pedro no será afectada por la suspensión de señales, ya que se espera una gran congregación de fieles atentos a la histórica decisión.
Además de los cardenales, todo el personal auxiliar, desde técnicos hasta asistentes litúrgicos, ha prestado juramento de confidencialidad.
La violación del secreto del cónclave puede acarrear una sanción máxima dentro de la Iglesia que sería la excomunión.
Con este hermetismo absoluto, el Vaticano refuerza una tradición centenaria que mezcla fe, historia y tecnología para proteger uno de los eventos más solemnes de la Iglesia católica.
