26/04/2024
04:00 PM

Vivió cuatro meses en su taxi tras ser deportado

San Pedro Sula, Honduras.

‘‘Perder a mi familia es lo que más me ha dolido’’, dice Santos Ortiz, oriundo de Choluteca y que llegó a San Pedro Sula cuando tenía apenas nueve años de edad.

Él es uno de miles de hondureños que han emigrado a Estados Unidos en busca de mejores horizontes.

Don Santos fue un viajero emprendedor. A los 12 años se fue a Guatemala y trabajó como jornalero. A los 19 años le ofrecieron beneficios laborales en México; pero estando en ese país el amor tocó las puertas de su vida y se vio motivado a traspasar fronteras a como diera lugar.

‘‘En México me enamoré, pero ella se fue a Houston, Texas, y no la hallé. En Houston comencé a trabajar en un taller de mecánica y poco a poco iba teniendo mejores oportunidades. Un día iba camino a mi trabajo y en un retén la ‘migra’ me agarró y me deportó por primera vez en 1981’’, cuenta don Santos.

Añade que antes de ser deportado a Tegucigalpa estuvo recluido por más de un año en una cárcel de EUA. A los pocos años se fue ilegal otra vez.

En 1986 consiguió un trabajo en una compañía en Virginia y todo parecía normal. Logró establecer una familia, casa, empleo y una cuenta bancaria. Trabajó en mantenimiento del edificio de un colegio. “Pero llegó la ‘migra’. solo a capturarme después de vivir 28 años seguidos en ese país”.

En 2014 fue deportado a Tegucigalpa. Se quedó sin dinero, sin ropa y sin familia.

Decidió regresar a San Pedro Sula, adonde un excuñado le ayudó a buscar trabajo de taxista. ‘‘Los primeros cuatro meses viví adentro del taxi y en el estacionamiento de una gasolinera me daban permiso de quedarme. Ahí lavaba mi ropa y en la madrugada me bañaba a escondidas. La vida aquí es muy dura y difícil’’. Don Santos dice que pedirá perdón para volver a entrar a Estados Unidos.