Tegucigalpa, Honduras.
Los últimos poemas los escribió en la mañana del 24 de diciembre sin sospechar que su deseo de vivir diez años más se esfumaría antes de la medianoche.
A los 76 años de edad, José Adán Castelar, uno de los grandes poetas de Centroamérica, murió prácticamente haciendo lo que más le apasionaba: dando vida a las letras. Castelar, quien siempre aclaró que no nació en La Ceiba, sino en la comunidad de Coyoles Central, le dedicó tinta al amor, al mar, a la playa, al ferrocarril y a los problemas sociales.
El historiador Mario R. Argueta, en el Diccionario crítico de obras literarias hondureñas (1993), tipifica la obra de Castelar “como una poesía de intención crítica, comprometida con el pueblo, con las mayorías”.
En la tarde de ayer, después de salir del cementerio Santa Cruz Memorial, el periodista José Adán Castelar le dijo a LA PRENSA “que los problemas sociales se reflejaban muy bien en la obra” de su padre. “Él peleaba por la justicia social, por más solidaridad entre las personas y por tener gobiernos dignos”, dijo.
La noche del 24 de diciembre, Castelar, entre los ocho y nueve de la noche, sufrió un paro cardíaco y más tarde falleció en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) de Tegucigalpa.
“Nosotros lo estábamos esperando porque hacemos una reunión familiar todas las navidades. Él iba con mi hermana y en el carro le dio el infarto”, expresó.
Talento
Castelar, admirador del escritor ruso Antón Chéjov (1860-1904), era un artista de letras que animaba a los jóvenes a luchar por la poesía.
“En José Adán la literatura no era más que la prolongación de su amor hacia el ser humano. Era su ética y su militancia, firmes e inclaudicables hasta el fin de sus días. Era un hombre cálido, dueño de un gran sentido del humor”, dijo ayer el académico Mario Gallardo, escritor de Las virtudes de Onán (2007).
Para Giovanni Rodríguez, ganador del Premio Centroamericano y del Caribe de Novela Roberto Castillo, “junto con poetas como Roberto Sosa, Nelson Merren, Edilberto Cardona Bulnes, Antonio José Rivas o Rigoberto Paredes, José Adán Castelar apuntaló la poesía hondureña de vanguardia y sobran razones para afirmar que su nombre queda escrito a partir de ahora en la piedra eterna de la memoria literaria de Honduras”.
Los últimos poemas los escribió en la mañana del 24 de diciembre sin sospechar que su deseo de vivir diez años más se esfumaría antes de la medianoche.
A los 76 años de edad, José Adán Castelar, uno de los grandes poetas de Centroamérica, murió prácticamente haciendo lo que más le apasionaba: dando vida a las letras. Castelar, quien siempre aclaró que no nació en La Ceiba, sino en la comunidad de Coyoles Central, le dedicó tinta al amor, al mar, a la playa, al ferrocarril y a los problemas sociales.
El historiador Mario R. Argueta, en el Diccionario crítico de obras literarias hondureñas (1993), tipifica la obra de Castelar “como una poesía de intención crítica, comprometida con el pueblo, con las mayorías”.
En la tarde de ayer, después de salir del cementerio Santa Cruz Memorial, el periodista José Adán Castelar le dijo a LA PRENSA “que los problemas sociales se reflejaban muy bien en la obra” de su padre. “Él peleaba por la justicia social, por más solidaridad entre las personas y por tener gobiernos dignos”, dijo.
La noche del 24 de diciembre, Castelar, entre los ocho y nueve de la noche, sufrió un paro cardíaco y más tarde falleció en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) de Tegucigalpa.
“Nosotros lo estábamos esperando porque hacemos una reunión familiar todas las navidades. Él iba con mi hermana y en el carro le dio el infarto”, expresó.
Talento
Castelar, admirador del escritor ruso Antón Chéjov (1860-1904), era un artista de letras que animaba a los jóvenes a luchar por la poesía.
“En José Adán la literatura no era más que la prolongación de su amor hacia el ser humano. Era su ética y su militancia, firmes e inclaudicables hasta el fin de sus días. Era un hombre cálido, dueño de un gran sentido del humor”, dijo ayer el académico Mario Gallardo, escritor de Las virtudes de Onán (2007).
Para Giovanni Rodríguez, ganador del Premio Centroamericano y del Caribe de Novela Roberto Castillo, “junto con poetas como Roberto Sosa, Nelson Merren, Edilberto Cardona Bulnes, Antonio José Rivas o Rigoberto Paredes, José Adán Castelar apuntaló la poesía hondureña de vanguardia y sobran razones para afirmar que su nombre queda escrito a partir de ahora en la piedra eterna de la memoria literaria de Honduras”.