A Barack Obama se le llama a menudo 'el Kennedy negro'. El carismático y elocuente candidato presidencial se parece bastante al presidente John F. Kennedy. Pero en realidad Obama se asemeja más a Robert: el hermano menor de 'JFK' fue también en 1968, a los 42 años, un aclamado candidato demócrata a la presidencia bastante prometedor.
También 'Bobby', así llamado entre sus amigos y seguidores, representaba la esperanza de una nación dividida, desconcertada y cansada de la guerra. Sin embargo, Bob fue asesinado en medio de la precampaña ante el horror de sus compatriotas.
Con él murió 'la esperanza de una nueva América', como rezaban muchos carteles de la época. Precisamente por los paralelismos entre Robert y Obama, unos comentarios de la senadora Hillary Clinton fueron calificados como 'vergonzosos' y 'de mal gusto': la ex primera dama había justificado su empeño por continuar una campaña prácticamente perdida aduciendo que en 1968 el entonces precandidato demócrata había sido asesinado poco antes de la nominación.
Los presagios sobre posibles atentados son por desgracia algo que Obama y 'Bobby' tienen en común: entonces, al igual que hoy, se especulaba no sólo en círculos conservadores, hoy en blogs de extrema derecha, sobre un asesinato del candidato demócrata, pues, al igual que Obama, Kennedy era un declarado pacifista y reformador social, y resultaba incómodo para los conservadores y la derecha.
El 5 de junio de 1968, el palestino Sirhan Bishara Sirhan ponía fin, con tres disparos, a las aspiraciones políticas de Robert en la cocina del hotel Ambassador de Los Ángeles.
Al sucumbir el joven senador a las graves heridas de bala en cuello y cabeza, los Estados Unidos perdieron, según muchos historiadores, su inocencia.
La guerra en Vietnam partió en dos a la sociedad norteamericana como hoy lo hace la guerra en Irak.
En la historia de EUA ningún candidato a la presidencia había logrado estar tan presente en la memoria de la gente como 'Bobby' -y probablemente a ninguno se le ha protegido tanto como hoy a Barack Obama.
El atentado contra los Kennedy, Martin Luther King y el líder radical del nacionalismo negro Malcolm X, que fue asesinado en 1965, pesan aún hoy en la conciencia colectiva de forma traumática.