Los niños y niñas con dificultades de lenguaje son más vulnerables al acoso escolar

Las consecuencias de un niño no tratado pueden afectar no solo al área expresiva o receptiva, sino que pueden extenderse a problemas en su rendimiento académico, mayor probabilidad de fracaso escolar o en sus relaciones sociales.

“Diagnosticar una dificultad del lenguaje de forma temprana puede ayudarnos tanto en la prevención como en la detección y la intervención del acoso escolar”.

Así de firme se muestra Àngels Esteller, doctora en Psicología de la Universidad de las Illes Balears, una de las ponentes de la III Jornada de formación sobre Dificultades del Lenguaje, que organizan la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y la Universidad de las Illes Balears.

En este sentido, Alfonso Igualada, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación, explica que “la atención temprana sigue siendo uno de nuestros caballos de batalla. Es cierto que alarmar no es positivo, pero conviene estar alerta si vemos que nuestro hijo o hija, en comparación con otros niños de su edad, no adquiere las mismas competencias en el desarrollo del lenguaje”.

Igualada considera que “aunque siempre se puede intervenir, cuanto más tardemos, más lagunas habrá y más dificultades, que harán que tengamos que ajustar la intervención constantemente”.

El profesor de la UOC presentará PleaseApp, una nueva herramienta de diagnóstico para el trastorno del desarrollo del lenguaje (TDL) entre los 3 y los 12 años, junto a unos novedosos cuestionarios para diagnosticar a la población bilingüe que también se presentarán en la mencionada jornada.

Ansiedad y estrés en alumnos y alumnas

La atención temprana es fundamental, insiste Esteller, quien hablará, precisamente, de las trayectorias de acoso escolar en adultos con dificultades del lenguaje oral: “Si a las dificultades asociadas a su trastorno se le suman las consecuencias del acoso escolar, podríamos encontrar que presentan peores indicadores de bienestar social, como síntomas de depresión, ansiedad o estrés”, comenta.

“En una de las ponencias veremos los resultados de un estudio en el que entrevistan a alumnos y alumnas con y sin TDL, y también a sus profesores. Mientras que los docentes y el alumnado sin TDL reconocen que las personas con dificultades del lenguaje están más victimizadas, ellas no se autoperciben así, quizá porque no son conscientes de lo que les pasa o porque niegan la realidad”.

Las consecuencias de una persona no diagnosticada ni tratada pueden afectar “no solo al área expresiva o receptiva, sino que pueden extenderse a otros ámbitos de su vida”, añade la experta. Por ejemplo, problemas en su rendimiento académico, mayor probabilidad de fracaso escolar o “en sus relaciones sociales, con el ya mencionado mayor riesgo de acoso escolar”.

Precisamente, en lo que respecta al acoso escolar del que pueden ser víctimas, estos niños y niñas “pueden presentar tristeza o irritabilidad, problemas de sueño, conductas autolesivas o ideación suicida, que a largo plazo devienen en problemas de salud mental. De ahí la importancia de la prevención”.

Una prevalencia más alta que el trastorno del espectro autista

Igualada insiste también en la necesidad de visibilizar a estos niños y niñas. “Los alumnos y alumnas con TDL representan un 7 % del total del alumnado. Esto quiere decir que, en una clase de 20 o 25 niños, vamos a encontrar a dos como mínimo.

Para que nos hagamos una idea, las personas con trastorno del espectro autista representan entre un 2 % y un 4 % y, sin embargo, las personas con TDL tienen una menor visibilidad”. El experto precisa que este trastorno “impacta en su vida adulta y los va a acompañar, a su mayoría, durante toda la vida”.

Como indica este profesor, puede darse el hecho de que un niño o niña con TDL presente además otro tipo de dificultades. “Como veremos en la jornada, está evidenciándose que niños y niñas con TDL severo también tienen problemas en el desarrollo de habilidades ejecutivas”.

Àngels Esteller incide en la importancia de un correcto diagnóstico: “En ocasiones, el niño o la niña con dificultades del lenguaje puede ser diagnosticado erróneamente con otra necesidad educativa, como trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), entre otros, por lo que una correcta evaluación del lenguaje y un diagnóstico adecuado son imprescindibles para una intervención eficaz”.

Intervención universal, adicional e intensiva

Igualada insiste en “la necesidad de invertir en apoyo e investigación para estas personas” y detalla los tres niveles de intervención que suelen aplicarse una vez realizado el diagnóstico:

“La respuesta es una atención temprana, sin saturar los servicios. A veces, hay niños y niñas que con el desarrollo mejoran y son solo hablantes tardíos. En estos casos, con un poco de impulso en la intervención terminan asimilando las habilidades del lenguaje”.

Este tipo de intervención, la más leve, va dirigida a todo el alumnado y es la denominada universal. “Si así no van igualándose al resto de compañeros y compañeras, vemos qué tipo de apoyo pueden necesitar: desde una maestra con competencias en este campo hasta incluirlos en grupos reducidos de alumnos y alumnas con dificultades del lenguaje”.

Por último, si este apoyo adicional tampoco es suficiente, “en lo alto de la pirámide encontramos el apoyo intensivo, donde el especialista, un logopeda, les da atención personalizada y donde se les ofrece un plan individualizado de trabajo”.

Fuente: UOC