¿Por qué los hombres de más de 50 años de todo el mundo son más de un 60% más propensos que las mujeres a fallecer de forma precoz?
Dos motivos importantes son unas tasas más altas de tabaquismo y de enfermedad cardiaca, según un nuevo estudio.
Los hallazgos se basan en un análisis de datos de más de 179,000 personas de 28 países. Un 55 por ciento eran mujeres.
Los investigadores examinaron cómo los factores socioeconómicos (la educación y la riqueza), del estilo de vida (fumar, el consumo de alcohol), de la salud (la enfermedad cardiaca, la diabetes, la hipertensión y la depresión) y sociales (tener un cónyuge, vivir solo) podrían contribuir a un riesgo más alto de muerte prematura entre los hombres.
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Experiencias vitales
La investigadora principal, Yu-Tzu Wu, del Colegio del Rey de Londres, y sus coautores dijeron que muchos estudios han examinado el impacto de los factores sociales, conductuales y biológicos en las diferencias sexuales en las tasas de mortalidad, pero que pocos han investigado las variaciones internacionales potenciales.
'Las distintas tradiciones culturales, contextos históricos y el desarrollo económico y social podrían influir en las experiencias de género en los distintos países, y por tanto afectar de forma variable al estado de salud de hombres y mujeres', señalaron en un comunicado de prensa de la revista Wu y sus colaboradores.
Dijeron que esas diferencias pueden conducir a distintas experiencias vitales para los hombres y las mujeres, y a la variación en la brecha de mortalidad entre los distintos países.
Sus hallazgos son coherentes con otras investigaciones sobre la esperanza de vida y las tasas de mortalidad.
La diversidad de las diferencias sexuales en las tasas de mortalidad entre los países podría indicar el 'impacto sustancial' del género (los roles socialmente creados para los hombres, las mujeres y las personas de otros géneros) 'además del sexo biológico, y las contribuciones esenciales del tabaquismo también podrían variar entre las distintas poblaciones', escribieron los autores.
Las políticas de salud pública deben tomar en cuenta las diferencias según el sexo y el género, y cómo los factores sociales y culturales afectan a la salud, sugirieron los investigadores.