Erlin y Guillermo habían sido amenazados: "No hicieron caso", dice familia
Los dos jóvenes asesinados en Choloma frecuentaban la zona por su trabajo. Sus familiares llegaron a la escena y revelaron detalles.
- Actualizado: 03 de abril de 2025 a las 00:00 -
Las autoridades reportaron el hallazgo de dos jóvenes asesinados la tarde del miércoles 2 de abril en las riberas del río Choloma, en el departamento de Cortés, al norte de Honduras.
Las víctimas fueron identificadas como Erlin Joel Cáceres, de 22 años, padre de dos niñas, y Guillermo Amaya, de 25 años. De acuerdo con información preliminar, ambos fueron encontrados atados con sus propias camisas y presentaban signos de tortura y heridas provocadas con machete.
De acuerdo con información preliminar, ambos fueron encontrados atados con sus propias camisas y presentaban signos de tortura y heridas provocadas con machete.
Familiares de los fallecidos señalaron que días antes habían recibido amenazas. Según relató Paola, pariente de otro joven que había desaparecido en la misma zona, les habían advertido que no debían permanecer en el sector.
Según relató Paola, pariente de otro joven que había desaparecido en la misma zona, les habían advertido que no debían permanecer en el sector.
"La vez pasada, como que los habían amenazado", expresó la mujer en declaraciones a medios locales. A pesar del temor, los jóvenes continuaban frecuentando la zona debido a su trabajo en el río.
A pesar del temor, los jóvenes continuaban frecuentando la zona debido a su trabajo en el río.
"Ya les habían dicho que no los querían ver en el sector", reiteró Paola, quien aseguró que esta no era la primera vez que enfrentaban advertencias.
Se conoció que los fallecidos habían desaparecido junto con otros tres jóvenes, quienes lograron regresar a sus hogares, aunque no se ha revelado su identidad.
Familiares indicaron que las víctimas trabajaban en la extracción de arena del río y que habían salido a laborar como de costumbre, sin imaginar que no volverían.
Con lágrimas, la hermana de Erlin Joel pedía justicia y lamentaba la forma tan cruel en cómo lo mataron en un potrero.
“Por qué mi hermano, él no merecía morir así. Él era un muchacho trabajador”, decía entre sollozos sentada en el suelo a poca distancia de donde yacía sin vida su hermano y mientras un pariente la abrazaba.
En el lugar también se encontraba Maritza Castro, madre de Joel, quien llorando lamentaba que sus dos nietas, de tres años y la otra de ocho meses, se habían quedado sin su padre. “Mis niñas se quedaron sin su papá. Ellas eran su adoración”, decía.