Putin y Zelenski, una enemistad marcada a fuego por la guerra
Los mandatarios de Rusia y Ucrania podrían encontrarse por primera vez tras seis años para negociar un acuerdo de paz.
- 19 de agosto de 2025 a las 09:14 -
Los presidentes ruso, Vladímir Putin, y ucraniano, Volodímir Zelenski, han forjado con el paso de los años una profunda enemistad marcada a fuego por la guerra, ya que el actor reconvertido en jefe de Estado demostró ser un hueso mucho más duro de roer de lo que esperaba el Kremlin.
Putin y Zelenski sólo se reunieron una vez, en diciembre de 2019 en París, y a día de hoy, tanto en Moscú como en Kiev, cuesta mucho imaginar un cara a cara entre ambos dirigentes sin intermediarios, pese a la insistencia del presidente de EE.UU., Donald Trump.
Aunque son de generaciones diferentes, Putin cumplirá en octubre 73 años y Zelenski tiene sólo 47, los dos nacieron en la Unión Soviética, por lo que su bagaje cultural es muy similar.
A su llegada al poder hace seis años, Zelenski logró acallar en gran medida los cañones en el Donbás, región enzarzada en un cruento conflicto desde 2014. De hecho, en 2021, un año antes del comienzo de la campaña militar rusa, apenas murieron una veintena de personas, según fuentes separatistas, lo que negaba el supuesto genocidio esgrimido por Putin como argumento para la invasión.
Y es que en las elecciones presidenciales de 2019, Zelenski recibió más de dos tercios de los votos en la mitad oriental del país, no en vano el ruso es su lengua madre e hizo gran parte de su carrera en el cine y la televisión rusas.
En menos de tres años de mandato consiguió que las regiones rusoparlantes, desde Járkov a Odesa, renunciaran a los cantos de sirena de Moscú, que convirtió a las prósperas Donetsk y Lugansk en dos regiones deprimidas.
De esta forma, frustró los planes del Kremlin, que esperaba que todo el sureste de Ucrania recibiera con los brazos abiertos a las tropas rusas cuando cruzaron la frontera en febrero de 2022.
Moscú nunca se tomó en serio a Zelenski. De hecho, los planes de los servicios secretos rusos es que una vez los convoyes militares se dirigieran a Kiev, el presidente ucraniano aceptaría la oferta de Washington y se refugiaría en Occidente.
Contra todo pronóstico, Zelenski salió a la calle a grabar para demostrar que el jefe de Estado estaba en su puesto y que la resistencia al invasor había comenzado. Putin esperaba una capitulación y se topó con un mandatario vestido con ropa de estilo militar, que se dirigía a la nación cada noche, se desplazaba al frente y lanzaba encendidas arengas para levantar la moral de la tropa.
El Kremlin esperó a que concluyera su mandato para intentar desacreditarle. Adujo que en mayo de 2024 debía haber abandonado el puesto, ya que, según la Constitución, no puede prolongar su mandato incluso en Estado de guerra.
Putin, que reformó la Constitución rusa durante la pandemia del coronavirus para perpetuarse en el poder, se agarraba a un tecnicismo constitucional para derrotar al enemigo cuya resistencia no pudo doblegar en el campo de batalla.
La animadversión es mutua. Pero, con todo, Zelenski, aunque en su momento firmó un decreto que le prohíbe negociar con el actual jefe del Kremlin, se mostró en los últimos meses dispuesto a sentarse con Putin sin condiciones previas.
Últimamente, el Kremlin ha matizado esa postura y asegura que Putin se reunirá con Zelenski, pero sólo para estampar su firma en un documento que ponga fin a la guerra y no para negociar las condiciones para un arreglo pacífico. Eso sí, siempre que Zelenski sea sustituido en unas prontas elecciones.