La jueza Amy Coney Barrett, nominada por Donald Trump para la Corte Suprema de Estados Unidos, entusiasma a los conservadores por su religiosidad y preocupa a sus detractores, que advierten que su nombramiento escorará hacia la derecha al máximo tribunal.
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Actualmente jueza del Tribunal de Apelaciones del Séptimo Circuito de EEUU, esta abogada de apenas 48 años parece ajustarse al libreto de esta Administración: defensora de las políticas antiaborto, contraria a Obamacare y religiosa declarada.
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Con apenas 48 años, su nombramiento de por vida garantizaría una fuerte presencia conservadora durante décadas en la corte, pero sus antecedentes serían un nuevo foco de tensión en un país ya polarizado, por ser la antítesis de Ruth Bader Ginsburg, la defensora de los derechos de las mujeres que falleció la semana pasada.
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Tras pasar la infancia en Nueva Orleans, en el sur conservador, se convirtió en una de las mejores estudiantes de la escuela de derecho de Notre Dame en Indiana, institución en la que enseñó durante 15 años.
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Al comienzo de su carrera como abogada, trabajó como secretaria del renombrado juez conservador de la Corte Suprema Antonin Scalia y adoptó su filosofía 'originalista' que entiende la Constitución tal como estaba destinada a ser leída en el momento de su redacción, en contraposición a la interpretación más progresista.
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Barret, católica practicante, es madre de siete hijos, incluidos dos adoptados de Haití y un pequeño con síndrome de Down.
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Su familia ha sido retratada como un símbolo de la diversidad racial por los conservadores.
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Lo que sin duda ha sido de uno de los aspectos que ha generado más controversia en torno a la figura de Barrett, es su pertenencia a la comunidad religiosa People of Praise. Ese grupo aglutina a personas de diferentes credos que comparten la creencia cristiana carismática, unidas por un pacto, que, según la web de esa organización, “se realiza libremente y solo después de un período de discernimiento de varios años”.
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Al igual que en 2017, cuando Barrett buscaba su ratificación en el Tribunal de Apelaciones del Séptimo Circuito, esta comunidad ha despertado suspicacias e incluso medios locales la han vinculado con “El Cuento de la Criada” (“The Handmaid's Tale”), centrado en una secta religiosa que subyuga a las mujeres.
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Si Barrett es confirmada por el Senado de mayoría republicana, a finales de octubre, la Corte contaría con seis jueces conservadores entre sus nueve magistrados. La elección de Amy podría impulsar el electorado religioso conservador del que Trump dependió en gran medida en su elección hace cuatro años y que podría darle una nueva victoria al magnate.
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Trump tampoco ha descartado que el Supremo defina las elecciones de noviembre próximo, al reiterar constantemente el riesgo de un fraude electoral en el voto por correo.